'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Largo monólogo del Fariseo

Ya me había advertido el Fariseo que siempre, con la llegada del Mundial, es tradición de su cuerpo enfermarse violentamente: así de íntima y visceral es la experiencia en su caso. Así que procedo a visitarlo, y está metido en cama, ardiendo en fiebre, delirando en suma.

El Fariseo habla sin parar, sin orden, ni dirección. Es como si tuviera el esfínter discursivo completamente desajustado.

Primero me habla de cierta vez que salió a cazar pijijes con su padre; luego me habla de los seis reinos budistas (¡cuidado con los Fantasmas Hambrientos!, advierte en tono tenebroso); tararea una canción de Dylan; me comenta de una película de Matthew Barney titulada “Drawing Restraint 9” (“¡brillante!, ¡brillante!, enfatiza); confiesa que lo timaron en Cuba de la manera más imbécil ($25); confiesa haberse dormido en un concierto de Rostropovich; expresa tristeza al recordar a una niña a la cuál conoció en Francia –siendo niño él también– porque nunca se atrevió a darle un beso (en ese momento, el Fariseo tirita con dramatismo); me habla del prólogo del Tractatus Logico–Philosophicus (dice llorando, los ojos bien abiertos: “Es divino”); asegura que una de las experiencias más profundas de su vida es haber tenido en sus propias manos, estando en las mazmorras académicas de una universidad española, un incunable; afirma, no sin cierta mística, haber ingresado al caos, en un viaje de psilocibina; me habla de cierto Maximón que está hundido en las entrañas del mundo indígena y del cuál el mundo occidental no tiene noticia; cita a J.G. Ballard; se burla de Pepe Milla; incluso me habla de Maradona.

Lo dejo allí, hundido en un sueño de tylenol pm.


(Columna publicada el 4 de mayo de 2006.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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