La muni está embrujada
Continentes de lluvia han caído sobre la calle. La calle ha reaccionado con los usuales bocinazos. Mi pescado, Kafka, está muy nervioso.
Recibo el ruido urbano –motos, una ambulancia, buses pavorosamente gruesos– con ligera crispación. ¿Es que ese fantasma que tenemos por alcalde no puede hacer algo por regular los decibeles de las bocinas, y el humo infesto?
No, porque es un fantasma.
Arzú ha permanecido invisible la mayor parte del año, transitando como una brisa por lo corredores de la muni. Sólo su enfermedad hizo noticia.
Los fantasmas son entes obstinados, espectros inconformes que no quieren desasirse de las pasiones y posesiones terrenales. Muy parecidos al mono que mete la mano en la trampa: por coger el cacahuete, no la puede retirar. Arzú ya tuvo antes la Municipalidad, y es más, ya tuvo la Presidencia, pero todavía no quiere soltar el hueso.
Los fantasmas son muy discretos, pero a veces se manifiestan, así por ejemplo en las sesiones de espiritismo. En toda sesión de espiritismo, un grupo de personas solicita la presencia del fantasma para hacerle ciertas preguntas, hacerle ciertas demandas. En el caso específico de Arzú, los médiums son los transportistas, que le han pedido prontas respuestas con respecto al pasaje. El Fantasma de la Comuna no ha tenido otro remedio que presentarse.
Ha hecho su aparición, y ha dicho: “Sobre mi cadáver”. Tal expresión, dicha por un espectro, posee resonancias interesantes.
Y así la cosa. La rinitis me está troceando la vida. Se me figura que es por culpa del diesel de las camionetas (el mismo que Berger le va a regalar a los transportistas). La lluvia vino, se fue, pero no se llevó el humo. A mi pescado Kafka le aterran los fantasmas. A mí también.
(Columna publicada el 28 de octubre de 2004.)
Recibo el ruido urbano –motos, una ambulancia, buses pavorosamente gruesos– con ligera crispación. ¿Es que ese fantasma que tenemos por alcalde no puede hacer algo por regular los decibeles de las bocinas, y el humo infesto?
No, porque es un fantasma.
Arzú ha permanecido invisible la mayor parte del año, transitando como una brisa por lo corredores de la muni. Sólo su enfermedad hizo noticia.
Los fantasmas son entes obstinados, espectros inconformes que no quieren desasirse de las pasiones y posesiones terrenales. Muy parecidos al mono que mete la mano en la trampa: por coger el cacahuete, no la puede retirar. Arzú ya tuvo antes la Municipalidad, y es más, ya tuvo la Presidencia, pero todavía no quiere soltar el hueso.
Los fantasmas son muy discretos, pero a veces se manifiestan, así por ejemplo en las sesiones de espiritismo. En toda sesión de espiritismo, un grupo de personas solicita la presencia del fantasma para hacerle ciertas preguntas, hacerle ciertas demandas. En el caso específico de Arzú, los médiums son los transportistas, que le han pedido prontas respuestas con respecto al pasaje. El Fantasma de la Comuna no ha tenido otro remedio que presentarse.
Ha hecho su aparición, y ha dicho: “Sobre mi cadáver”. Tal expresión, dicha por un espectro, posee resonancias interesantes.
Y así la cosa. La rinitis me está troceando la vida. Se me figura que es por culpa del diesel de las camionetas (el mismo que Berger le va a regalar a los transportistas). La lluvia vino, se fue, pero no se llevó el humo. A mi pescado Kafka le aterran los fantasmas. A mí también.
(Columna publicada el 28 de octubre de 2004.)
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