'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







La mancha


Después de mirar toda la tarde mi cara en el espejo, decido cambiar el espejo por la ventana. En la calle oscilan un número determinado de seres humanos (hoy guatemaltecos, mañana lo serán también). Luego vuelvo al espejo y compruebo horrorizado que en el rostro, de la nada, figura una mancha por lo demás abominable, eso: muy abominable.

Justo debajo de la nariz, justo arriba del labio. Me estoy muriendo, concluyo. Y antes de morir por culpa de una mancha, decido yo mismo matarme.

Piso cinco. Ascensor. Calle. Seres humanos locales. Farmacia. Hombre sonriente. Pastillas. Calle. Seres humanos locales. Ascensor. Piso cinco.

Avanzo por el corredor a mi departamento, firme en mi determinación, con las pastillas en el bolsillo, y sin embargo no continúo: en la cerradura del departamento vecino, la llave está puesta. Dudo un segundo, pero en verdad: ¿cuál sentido tiene ponderar mis habilidades morales ahora, si justamente estoy a punto de matarme?

Hago girar la llave, abro.

Fotografías en anaqueles que son como todos los anaqueles: análogos. Nunca he visto a mi vecino antes, nunca nos hemos cruzado en el pasillo, pero deduzco que mi vecino es ese señor tan serio que aparece en varias de las fotos, tan señor, tan serio.

Por estar concentrado en las fotos, tardo un poco en distinguir el cuerpo que yace en la orilla de la sala, contra la pared.

No hace falta dar explicación: el cuerpo es el cuerpo del vecino, el mismo hombre de la fotografía. Se suicidó (anticipándose a mi propio suicidio) y ahora está depositado en la alfombra como un hombre que duerme raro, que duerme contra la pared.

Salgo del lugar, hago de nuevo girar la llave, esta vez la de mi departamento, me asomo a la ventana. De vuelta al espejo, la mancha ha desaparecido.


(Columna publicada el 25 de marzo de 2004.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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