In vitro
El domingo enfilamos con CL6 a Sicapate, con el objetivo de presenciar un torneo de surf. Se nos ocurrió que podía ser divertido.
Ya de regreso, manejando por una gran recta, oyendo una banda australiana a todo volumen, y atropellando mariposas con el wind shield (una auténtica carnicería), estuve pensando en las playas de Guatemala.
Pensaba yo que en materia de turismo no solamente es factible, sino además recomendable, el “artificio”. Los mexicanos detectan en su país una playa virgen, un rincón intocado, un paradero probable, y de inmediato elaboran un complejo turístico, cómo decirlo, una “zona”: generan infraestructura; expanden, incluso inventan, las posibilidades culturales, históricas, sociológicas, naturales, del área; invierten sin pudores; involucran de la manera más seria a los locales (que desde ya constituyen un valor de cambio)… No es que antes hubiera algo. No había nada. Pero una visión eficaz del turismo les permite crear ex nihilo. Así es como cada vez tienen más y más destinos visitables, que generan de inmediato expectativa y, con exquisita frecuencia, dinero. Muchos de sus complejos turísticos son creaciones de laboratorio, universos transgénicos: una visión tecnológica del turismo.
Sicapate es una posibilidad excursiva… si nos imaginamos que lo es. (Jóvenes locales y extranjeros, hotelitos, escuelas de surf, fiestas alucinantes… todo eso es relativamente fácil de construir). La playa de Monterrico hace tiempo que debió ser apoyada seriamente y ser descubierta… Y todavía no la descubren. Es que aguardamos a que los destinos crezcan orgánicamente. Orgánicamente los lugares se mueren. Un lugar como Pana (uno de nuestros principales bastiones turísticos) no solamente no está mejorando: está involucionando, a secas.
(Columna publicada el 1 de julio de 2004.)
Ya de regreso, manejando por una gran recta, oyendo una banda australiana a todo volumen, y atropellando mariposas con el wind shield (una auténtica carnicería), estuve pensando en las playas de Guatemala.
Pensaba yo que en materia de turismo no solamente es factible, sino además recomendable, el “artificio”. Los mexicanos detectan en su país una playa virgen, un rincón intocado, un paradero probable, y de inmediato elaboran un complejo turístico, cómo decirlo, una “zona”: generan infraestructura; expanden, incluso inventan, las posibilidades culturales, históricas, sociológicas, naturales, del área; invierten sin pudores; involucran de la manera más seria a los locales (que desde ya constituyen un valor de cambio)… No es que antes hubiera algo. No había nada. Pero una visión eficaz del turismo les permite crear ex nihilo. Así es como cada vez tienen más y más destinos visitables, que generan de inmediato expectativa y, con exquisita frecuencia, dinero. Muchos de sus complejos turísticos son creaciones de laboratorio, universos transgénicos: una visión tecnológica del turismo.
Sicapate es una posibilidad excursiva… si nos imaginamos que lo es. (Jóvenes locales y extranjeros, hotelitos, escuelas de surf, fiestas alucinantes… todo eso es relativamente fácil de construir). La playa de Monterrico hace tiempo que debió ser apoyada seriamente y ser descubierta… Y todavía no la descubren. Es que aguardamos a que los destinos crezcan orgánicamente. Orgánicamente los lugares se mueren. Un lugar como Pana (uno de nuestros principales bastiones turísticos) no solamente no está mejorando: está involucionando, a secas.
(Columna publicada el 1 de julio de 2004.)
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