'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Estamos armados

Arrancó en el país una campaña pro–desarme. El copy es “Ármese de valor, desármese”, o cosa parecida. Y la verdad, se agradece. En este país hay por lo menos dos ejércitos: el militar y el civil.

Grasiento asunto. Todos quieren matar, Zacapa style. No hace falta que nos engañemos, si tengo una pistola es para usarla: raro ornamento de lo contrario. Ninguna sensatez, ningún equilibrio es posible sobre la frontera tenue de una bala, ni siquiera expansiva. La distancia entre el cincho y la mano es muy corta, cortísima, tan corta que no cabe allí un pensamiento, una razón.

Nadie, diga lo que se diga, tiene control absoluto sobre su arma, por la sencilla razón de que nadie tiene control absoluto sobre sus instintos de seguridad personal. Algunos, menos dogmáticos que yo, piensan: “Está bien un arma, pero sólo en condiciones de mucha seguridad”. Admitamos que eso es cierto. Admitamos que en condiciones de seguridad, mis reflejos son un tanto más objetivos. Pero la gente busca un arma cuando más insegura se siente: y en el país más inseguro de todos. Y dice: “Es para defender a mi familia, mi hogar”, y un resto de sandeces semejantes. Muchas de esas personas ni siquiera son malas personas (muchas sí) pero sucede que la pólvora es la otra cocaína de Guatemala, y ya se sabe, un adicto en consumo hace lo que sea por su dosis.

Están, por supuesto, esas otras personas, las que sí son malas, que alucinan con meterle un plomazo a su paisano, que fantasean y ereccionan con un muerto. No lo saben, pero compran un arma para paliar su insuficiencia genital. Se han comprado un nuevo falo, metálico, niquelado, explosivo, orgasmático, porque el suyo no funciona muy bien que digamos. Descuiden, ustedes: vamos a depositar el arma en su féretro, para que se la lleven al otro lado.

(Columna publicada el 24 de junio de 2003.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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