Entrevistas
Me otorga un raro placer leer las entrevistas que hacen a los artistas y a los hombres en general. Eso porque leyéndolas me agarran las ganas de convertirme yo mismo en un entrevistado, en una persona que tiene cosas qué decir.
De esa manera las explicaciones que otros hacen son una invitación a dar mis propias explicaciones. Pero lo que cuenta es que me obligan a explicar, no como lo hago todos los días, con prisa, arrebatadamente, sino con cierto rigor, a pensar como si tuviese un interlocutor delante, corrigiendo de antemano, antes de soltar cualquier familiaridad –un instinto por demás natural en mí.
Lo que busco es decidirme bajo esa atmósfera exigente del entrevistado, esa atmósfera sobre todo verbal. Las entrevistas me posicionan en una sintonía de pregunta y respuesta. Y lo único que puede mediar entre una pregunta y una respuesta es la verdad. La verdad y el estilo. La verdad y el estilo hacen al hombre.
Ahora bien, la verdad y el estilo solamente nacen cuando se tiene al otro delante, o en mente. ¿Que muchos entrevistados dicen mentiras? Sí, por supuesto. Están hablando como si no existiesen los demás. Cuando un entrevistado miente, monologa. No es un entrevistado, justamente. Es un egoísta.
Ernst Cassirer dice en su libro clásico Antropología filosófica, hablando, por supuesto, de Platón: “La verdad es, por su naturaleza, la criatura del pensamiento dialéctico; no puede ser obtenida, por lo tanto, sino en la constante cooperación de los sujetos en una interrogación y réplica recíprocas. No es un objeto empírico; hay que entenderla como un producto de un acto social”.
(Columna publicada el 8 de julio de 2004.)
De esa manera las explicaciones que otros hacen son una invitación a dar mis propias explicaciones. Pero lo que cuenta es que me obligan a explicar, no como lo hago todos los días, con prisa, arrebatadamente, sino con cierto rigor, a pensar como si tuviese un interlocutor delante, corrigiendo de antemano, antes de soltar cualquier familiaridad –un instinto por demás natural en mí.
Lo que busco es decidirme bajo esa atmósfera exigente del entrevistado, esa atmósfera sobre todo verbal. Las entrevistas me posicionan en una sintonía de pregunta y respuesta. Y lo único que puede mediar entre una pregunta y una respuesta es la verdad. La verdad y el estilo. La verdad y el estilo hacen al hombre.
Ahora bien, la verdad y el estilo solamente nacen cuando se tiene al otro delante, o en mente. ¿Que muchos entrevistados dicen mentiras? Sí, por supuesto. Están hablando como si no existiesen los demás. Cuando un entrevistado miente, monologa. No es un entrevistado, justamente. Es un egoísta.
Ernst Cassirer dice en su libro clásico Antropología filosófica, hablando, por supuesto, de Platón: “La verdad es, por su naturaleza, la criatura del pensamiento dialéctico; no puede ser obtenida, por lo tanto, sino en la constante cooperación de los sujetos en una interrogación y réplica recíprocas. No es un objeto empírico; hay que entenderla como un producto de un acto social”.
(Columna publicada el 8 de julio de 2004.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario