El hombre blog
El hombre blog satura su buzón cotidiano con un pandemonio de ocurrencias, de semánticas, de afinidades, de ascos beatíficos. Curiosamente, esta práctica, la del blogging, tan en suma en boga, le otorga al interesado la ilusión de poseer una vida, y además, de poseer una vida íntima, particular, única. Pero hay miles de miles de miles de miles de blogs. El hombre blog nunca, por tanto, servirá a la causa: a la causa de la originalidad, esto es. Y su vida, ya insertada en el continuum de vidas que pueblan la red, es irremediablemente una vida más bien aburrida, una franela descolorida, una medusa seca en la vasta arena.
El hombre blog es además un hombre, como dicen, posmoderno, esto es, un hombre compuesto por fragmentos en pugna, porque en su cerebro pensativo han puesto una chillante molotov, desmembrando eso que alguna vez cierto teórico místico llamó superestructura. El hombre blog tiende a la transversalidad, al link, al aforismo, a la imagen textual, al punto. Tiende al caos. Sin auténtica cultura a la mano, sin un sistema cultural cohesivo, opta por pintar el lienzo con meras ingeniosidades, viñetas, muchas citas (y aquí la intertextualidad no es signo de ciencia, sino lo contrario), es decir deriva a la atomización más insalubre, galaxia de contradicciones; la más enigmática de éstas siendo la que pretende darle a todas las demás una casa unificadora, un hogar. El blog es antes que nada el patético intento recurrente de volver al útero primigenio. En esta bolsa cibernética llamada blog, el hombre blog procura destilar sus propias secreciones.
He decidido, yo también, abrir mi propio diario en la web, para fines que aún no termino de entender, y proceder a convertirme, yo también, en un hombre blog. Mi dirección es: www.mauriceecheverria.blogspot.com
(Columna publicada el 20 de enero de 2005.)
(Nota: El blog ya no existe y la dirección fue tomada por el spam. Fue un buen blog, creo.)
El hombre blog es además un hombre, como dicen, posmoderno, esto es, un hombre compuesto por fragmentos en pugna, porque en su cerebro pensativo han puesto una chillante molotov, desmembrando eso que alguna vez cierto teórico místico llamó superestructura. El hombre blog tiende a la transversalidad, al link, al aforismo, a la imagen textual, al punto. Tiende al caos. Sin auténtica cultura a la mano, sin un sistema cultural cohesivo, opta por pintar el lienzo con meras ingeniosidades, viñetas, muchas citas (y aquí la intertextualidad no es signo de ciencia, sino lo contrario), es decir deriva a la atomización más insalubre, galaxia de contradicciones; la más enigmática de éstas siendo la que pretende darle a todas las demás una casa unificadora, un hogar. El blog es antes que nada el patético intento recurrente de volver al útero primigenio. En esta bolsa cibernética llamada blog, el hombre blog procura destilar sus propias secreciones.
He decidido, yo también, abrir mi propio diario en la web, para fines que aún no termino de entender, y proceder a convertirme, yo también, en un hombre blog. Mi dirección es: www.mauriceecheverria.blogspot.com
(Columna publicada el 20 de enero de 2005.)
(Nota: El blog ya no existe y la dirección fue tomada por el spam. Fue un buen blog, creo.)
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