'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







El Fariseo

Mi relación con el fútbol ha sido siempre estrictamente intelectual. Quiero decir que mi relación con el fútbol ha sido de amor y de odio, pero de amor y odio filosóficos. Me han mostrado el fiasco y gloria del fútbol los escritores, los columnistas. Cosa parecida me sucedió con las corridas de toros: si alguna vez mostré cualquier interés por estos rituales bárbaros y existencialistas fue por culpa de los hombres y semihombres de letras (Hemingway, Lorca).

Entre mis conocidos más preciados se encuentra un personaje nada frecuente al cuál los cuates llamamos el Fariseo, cariñosamente, por sus discursos, que incluyen siempre citas demasiado compuestas, demasiado inteligentes, sutiles, exageradas, solemnes, insoportables. El Fariseo es un escritor, aunque jamás ha publicado nada.

Lo menciono aquí porque el Fariseo es tremendo amante del fútbol, que para él, más que un deporte, es una especie de universo teórico que le permite formular grandes especulaciones sobre todo y la Nada.

Lo veo poco, al Fariseo, pero siempre, cuando se acerca el Mundial, me acerco a él, en busca de su sapiencia interminable. El Fariseo es una lumbrera, un preceptor, una especie de dantesco Virgilio. Cada vez que se presenta un torneo futbolístico de magnitud, me guía por la infernal secuencia de las eliminatorias, me ayudar a traspasar las dimensiones alienígenas y combadas del balompié, al final me deposita del otro lado sano y salvo. Por supuesto, no todos tienen la suerte de contar con un aliado como el Fariseo, y se pierden en los Abismos y Callejones del Juego, y terminan locos o alcohólicos, sin mujer, sin hijos, vagando por las calles ignominiosas, balbuceando nombres de guardametas famosos. Lo sé, lo he visto. Cada cuatro años es la misma historia.


(Columna publicada el 20 de abril de 2006.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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