Bush para todos
Los más amargados han sido los primeros en gritar, dando voz de alerta: ¡Bush viene a Guatemala!
Son los de siempre. Cuadriculan las conversaciones de negros comentarios contra los Estados Unidos, párrafos de hiel antiyanki, y cuando están bien inspirados dicen qué bien merecido tienen esos gringos huecos imperialistas el 11/S. Son un poco como esos bolos que en cierto momento de la fiesta se sacan el pipiriche y lo van mostrando por allí, para indignación de las más necesitadas. Especímenes inofensivos, pero desagradables.
No todos piensan como ellos. Escuchaba la otra vez la radio, en donde se discutía el tema por supuesto, y una señora proponía: ser astutos en este asunto, recibir a Bush con las puertas abiertas (sin manifestaciones se infiere), pensar en nuestros hermanos del otro lado de la frontera, sensatez, en suma. La señora es de las que creen que lo que hagamos o dejemos de hacer tendrá incidencia en las decisiones de Washington. Como era la radio, no vi su rostro, seguramente de marsupial.
(En realidad, si se le ha venido dando largas al asunto de los migrantes en EU, es por Irak, que ha servido, entre otras cosas, como estrategia de procrastinación. Los republicanos han puesto allí, para cuando los demócratas vuelvan al poder, esta pacaya cardiaca, esta bomba de tiempo política: Latinoamérica, en sus tres ramas malditas: inmigración, narcotráfico, y gobiernos surgidos de izquierda. Reservándose para sí, claro está, la presea blanquecina del TLC.)
Tampoco faltarán los que piensan que la venida de Bush a Guatemala es una especie de oportunidad sagrada. Son los mismos que, al ver la foto de Clinton en la Posada del Ángel, que fue donde se quedó cuando vino, sienten una especie de orgullo indefinido, gravitando en su interior...
Las opiniones respecto a la venida de Bush se irán multiplicando. En una medida será valioso, puesto que así sabremos con mejor definición qué es lo que piensa el guatemalteco respecto a Bush y su política externa. Será divertido y tropical.
(Columna publicada el 22 de febrero de 2007.)
Son los de siempre. Cuadriculan las conversaciones de negros comentarios contra los Estados Unidos, párrafos de hiel antiyanki, y cuando están bien inspirados dicen qué bien merecido tienen esos gringos huecos imperialistas el 11/S. Son un poco como esos bolos que en cierto momento de la fiesta se sacan el pipiriche y lo van mostrando por allí, para indignación de las más necesitadas. Especímenes inofensivos, pero desagradables.
No todos piensan como ellos. Escuchaba la otra vez la radio, en donde se discutía el tema por supuesto, y una señora proponía: ser astutos en este asunto, recibir a Bush con las puertas abiertas (sin manifestaciones se infiere), pensar en nuestros hermanos del otro lado de la frontera, sensatez, en suma. La señora es de las que creen que lo que hagamos o dejemos de hacer tendrá incidencia en las decisiones de Washington. Como era la radio, no vi su rostro, seguramente de marsupial.
(En realidad, si se le ha venido dando largas al asunto de los migrantes en EU, es por Irak, que ha servido, entre otras cosas, como estrategia de procrastinación. Los republicanos han puesto allí, para cuando los demócratas vuelvan al poder, esta pacaya cardiaca, esta bomba de tiempo política: Latinoamérica, en sus tres ramas malditas: inmigración, narcotráfico, y gobiernos surgidos de izquierda. Reservándose para sí, claro está, la presea blanquecina del TLC.)
Tampoco faltarán los que piensan que la venida de Bush a Guatemala es una especie de oportunidad sagrada. Son los mismos que, al ver la foto de Clinton en la Posada del Ángel, que fue donde se quedó cuando vino, sienten una especie de orgullo indefinido, gravitando en su interior...
Las opiniones respecto a la venida de Bush se irán multiplicando. En una medida será valioso, puesto que así sabremos con mejor definición qué es lo que piensa el guatemalteco respecto a Bush y su política externa. Será divertido y tropical.
(Columna publicada el 22 de febrero de 2007.)
1 comentario:
Yo solo sé que odié que cerraran calles y nos jodieran con el trafico por el mister.
Aguanta, como que si alguien en Guatemala lo quisiera matar... (o saber verdad?)
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