'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Brasil–Francia

Llamada a las dos y doce de la noche. Es él. Que por favor vaya a su casa. Es una emergencia, implora.

Camino al baño, me tropiezo con la pequeña mesa maciza. Me echo abundante agua en la cara, con tanta fuerza como puedo.

Luego me visto, forzándome a creer que este cuento –esta llamada a deshoras de una persona que no me atrevería a llamar mi amigo– es como uno de esos cuentos de escritores que a veces, y a veces menos, leo y disfruto.

La calle. Los semáforos. El dar vueltas silencioso de las llantas.

Estaciono el carro muy cerca de su casa, una casa prominente pero, al menos por fuera, neutral. La puerta de entrada: abierta, sin pudores. Las luces: prendidas. Ni seña de los guardaespaldas. Páginas y páginas, y frases y frases, me han preparado para este momento, para tanta atmósfera de crimen, para este bien concebido lugar común, para esta luz parcial descendiendo hasta los oscuros vehículos y las plantas encintas de sombra.

La segunda puerta, también ella, está abierta. Negrean los cuadros en la sala multimillonaria. Bajo por las escaleras, que se doblan llevándome a otra sala, no menos opulenta, pero sí más familiar. Es otra casa de ricos en Guatemala.

Las luces, lo he dicho, están todas prendidas, pero no hay nadie a la vista, y el efecto patrocina una cierta incomodidad en mí. Me acerco al cuarto del Fariseo. Lo imagino muerto, gráficamente muerto, y frío.

Pero no. Está vivo. Frente al televisor. Es el partido Brasil–Francia. Una grabación. “¿Fariseo?”, pregunto, pero no contesta. Está vivo, pero como catatónico. A su lado, un bote de pastillas abierto, de naturaleza incierta. Lo observo un par de minutos, en silencio. Luego me levanto, salgo del cuarto, de la casa, salgo a la noche nupcial. Ya estoy harto del Fariseo, y de este podrido Mundial.


(Columna publicada el 6 de julio de 2006.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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