Se buscan triángulos
Uno. Y sin embargo, no le corresponde al gobierno entrante generar cultura –ésta no necesita de ningún gobernante para forjarse y componerse– tanto como generar cuadros o ciudadanos de la cultura que estén a su servicio. No hablo en este momento de los creadores –cineasta, pintor, dj, etcétera– sino de los mediadores entre artista y público, o hecho cultural y audiencia: los que triangulan. Es tiempo de pensar en eso. Es preciso exigirle un escenario al futuro presidente en torno al tema.
Dos. La semana antepasada me invitaron al Distrito y Morelia en México para leer poemas en el Encuentro de Poetas del Mundo Latino, encuentro esta vez dedicado a Eduardo Lizalde. Con ello pude: 1) leer mis poemas, bien o mal, en ambas ciudades; 2) intuir (ya que no conocer) el DF; 3) recorrer castamente largas librerías; 4) manejar con un amigo por la urbe cuando es de noche, cuando es preciso hablar de ciertos errores; 5) considerar con acritud que he desatendido la poesía; 6) verificar, eso sí, que los poetas son bastante aburridos (prefiero la mente complicada de un novelista a la de un escritor de versos), salvo uno que otro, como Alberto Blanco, Alí Chumacero con todo y la edad, Saúl Ibargoyen; 7) evaluar los tags y el graffiti; 8) comer chupacabras en una carreta de tacos; 8) escuchar el último disco de Radiohead en el parque de Morelia; 9) leer a Dante; 10) qué se yo. Tras estas acciones arbitrarias o solemnes, encontraremos eso: cultura, en su máxima o mínima expresión. Alguien hizo posible esa cultura, alguien por demás hizo posible que yo escuchara. Ese “alguien” es un momento fascinante del proceso cultural. Tengo tanto respeto por el traductor como por el novelista. La intubación no debe ser realizada por cualquiera.
(Columna publicada el 30 de octubre de 2003.)
Dos. La semana antepasada me invitaron al Distrito y Morelia en México para leer poemas en el Encuentro de Poetas del Mundo Latino, encuentro esta vez dedicado a Eduardo Lizalde. Con ello pude: 1) leer mis poemas, bien o mal, en ambas ciudades; 2) intuir (ya que no conocer) el DF; 3) recorrer castamente largas librerías; 4) manejar con un amigo por la urbe cuando es de noche, cuando es preciso hablar de ciertos errores; 5) considerar con acritud que he desatendido la poesía; 6) verificar, eso sí, que los poetas son bastante aburridos (prefiero la mente complicada de un novelista a la de un escritor de versos), salvo uno que otro, como Alberto Blanco, Alí Chumacero con todo y la edad, Saúl Ibargoyen; 7) evaluar los tags y el graffiti; 8) comer chupacabras en una carreta de tacos; 8) escuchar el último disco de Radiohead en el parque de Morelia; 9) leer a Dante; 10) qué se yo. Tras estas acciones arbitrarias o solemnes, encontraremos eso: cultura, en su máxima o mínima expresión. Alguien hizo posible esa cultura, alguien por demás hizo posible que yo escuchara. Ese “alguien” es un momento fascinante del proceso cultural. Tengo tanto respeto por el traductor como por el novelista. La intubación no debe ser realizada por cualquiera.
(Columna publicada el 30 de octubre de 2003.)
1 comentario:
A propósito, si vos sos fan fan de amélie y de oasis hay algo en el blog: www.desdesantamaria.blogspot.com...y también, entre mis líos es no preguntar antes de hacer, por el link de tu blog que he puesto, de lo contrario, mis disculpas y lo retiro. saludos. d.
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