Mixiones (VII)
La ciudad. No soy como ellos, los que transitan por la ciudad, pero los entiendo a todos y a cada uno. Discierno los motivos, las razones que los mueven, la sangre dictadora que fustiga sus venas más privadas. Los veo a todos a través de la ciudad. La ciudad es mi partenaire oculta. Creo en todas sus continuidades.
Próstata. Mi vida es un desequilibrio prostático. Todavía no tengo claro lo que es una próstata, pero no tardaré mucho en averiguarlo. Es mi plan conseguir dos, tres cadáveres, un bisturí, y luego asimilar las respectivas conclusiones en base a la observación. Una vez obtenga las coordenadas anatómicas básicas, pienso que estaré listo para aplicar el bisturí en mi propio organismo. Es sobre todo mi próstata la que me interesa estudiar, pues de ella derivan todos los males que hoy me persiguen. La próstata es un órgano bisector, un órgano que separa la realidad en dos realidades, que son el bien y el mal. Ahora bien, mi próstata no funciona a cabalidad, no como las demás, que producen una secreción responsable, una síntesis adulta, una alquimia a partes iguales. El mal en la mía ocupa una densidad mucho mayor, y ello tiene repercusiones estrepitosas en mi cotidianidad.
Distancia. Casi puedo tocar una extremidad de la luna pero me hace falta aproximadamente un metro.
La pesadilla. Adulto ya, lo cual quiere decir que los fantasmas que se tenían que quedar se quedaron. La pesadilla ya no es solamente un parásito que se alimenta de mí; la pesadilla ahora soy yo. Sólo queda vivirla con glamour y con honor.
Happy. Salí a caminar, salí a sentirme influyente en mi ambiente, tuve la fuerza otra vez de ser el objetor de las costumbres de los hombres, de sus ofrecimientos, sus salutaciones hipócritas, me sentí incontaminado, me recorrió una misantropía saludable.
(Columna publicada el 4 de diciembre de 2003.)
Próstata. Mi vida es un desequilibrio prostático. Todavía no tengo claro lo que es una próstata, pero no tardaré mucho en averiguarlo. Es mi plan conseguir dos, tres cadáveres, un bisturí, y luego asimilar las respectivas conclusiones en base a la observación. Una vez obtenga las coordenadas anatómicas básicas, pienso que estaré listo para aplicar el bisturí en mi propio organismo. Es sobre todo mi próstata la que me interesa estudiar, pues de ella derivan todos los males que hoy me persiguen. La próstata es un órgano bisector, un órgano que separa la realidad en dos realidades, que son el bien y el mal. Ahora bien, mi próstata no funciona a cabalidad, no como las demás, que producen una secreción responsable, una síntesis adulta, una alquimia a partes iguales. El mal en la mía ocupa una densidad mucho mayor, y ello tiene repercusiones estrepitosas en mi cotidianidad.
Distancia. Casi puedo tocar una extremidad de la luna pero me hace falta aproximadamente un metro.
La pesadilla. Adulto ya, lo cual quiere decir que los fantasmas que se tenían que quedar se quedaron. La pesadilla ya no es solamente un parásito que se alimenta de mí; la pesadilla ahora soy yo. Sólo queda vivirla con glamour y con honor.
Happy. Salí a caminar, salí a sentirme influyente en mi ambiente, tuve la fuerza otra vez de ser el objetor de las costumbres de los hombres, de sus ofrecimientos, sus salutaciones hipócritas, me sentí incontaminado, me recorrió una misantropía saludable.
(Columna publicada el 4 de diciembre de 2003.)
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