'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Ya me voy (2)

La comodificación de la escritura trajo demasiados agentes y mensajes al ambiente. Provocando por cierto que nadie pagara a los escritores. 
         
Nadie, salvo El Periódico, que siempre me pagó (Buscando a Syd es el trabajo más longevo que he tenido). Infiero que elPeriódico valora aún la palabra y por ende cuida –en la medida, claro, de sus posibilidades– a quienes la burilan. 
         
Algún día habrá un Núremberg para tantos grotescos editores y periodistas que cedieron a la hecatombe de lo gratuito y lo regalado. Incluyendo a quienes nunca levantaron un modelo digno de remuneración para columnistas y blogueros, demoliendo y banalizando el mercado del criterio, insultando un género periodístico nuclear, creando una burbuja digital que por supuesto habría de colapsar.  
         
Tantos medios que ya ni siquiera vemos en el feed. El algoritmo los abortó. La audiencia no los cita. Cesaron de ser referencia. Están boqueando o están muertos. Los pocos que consiguen aún viralizarse es porque viven del amarillismo y estupidizando a la gente. 
         
En tal contexto, lo mejor es no agregar más ruido al ruido. Envío saludo a todos aquellos que, ayer y hoy, hicieron posible que Buscando a Syd fuese publicada, de una forma u otra. Especialmente a José Rubén Zamora, ese mago, a quien reservo mi admiración. Y a usted, lector discreto. 
         
Me voy. Lo cual es fantástico. Siento relevante que aquellas personas que hemos tenido un rol público, por muy mínimo que sea, dejemos efectivamente de tenerlo. De lo contrario terminaremos igual que todos esos políticos que se enquistan en su plaza, y luego ni la Plaza, aquel espejismo, los quita ya de ahí.             
         
Me quito para que vengan otros. El statu quo somos nosotros: los genexers, boomers y dinosauros de siempre, que no voy a mencionar, porque no quiero arruinar mi última columna. Quizá esos posmillennials tengan algo más singular que aportar. O quizá no: quizá sean iguales que esa llamarada de tusa que les precediera. Cada generación es heroica y es decepcionante. 
         
Por mi parte, lo que tenía que decir ya lo dije. A veces leo con suficiente pena a colegas míos que no paran de comentar lo mismo de la misma reserota manera. Encontraron su formulita. 
         
Un escritor tiene que ser honesto cuando ya no tiene nada importante, o diferente, que comunicar, aún si le aplauden (sépase que no es mi caso: a mí nunca me pararon realmente bola, y por algo será). 
         
Me mudo a lo interior –al parecer ahí estaba Syd– y a mi proyecto de mentoría espiritual y meditacional llamado HALO. Yo soy ese escritor del cual habla Monterroso: el que le dio por la mística y esas cosas. 
         
La mística, siempre tan callada. Expresarse puede ser muy liberador, pero eventualmente hemos de liberarnos de la propia expresión también, del propio criterio, si en verdad queremos ser libres. Dicho bien, no es que ya no tenga nada que decir: dicho bien, es que ya no quiero decir nada. 
         
En un mundo en donde todos poseen una puta opinión, la única insurrección posible sigue siendo el silencio. 


(Buscando a Syd publicada el 11 de abril de 2019 en El Periódico.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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