'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Mocoso

La Gran Broma.– Pronto los invitados entrarán en dolorosas convulsiones y vómitos, como grandes y gordas ratas envenenadas. Y no será solamente en este lugar: en tantísimas otras fiestas, a lo largo del país, en incontables celebraciones y galas, innumerables seres perderán la vida. La Gran Broma ha sido puesta en marcha, verán. Nuestra organización es vasta y es impecable.

Algo te va a pasar.– No seas inocente. El que toma hoy vinos sutiles, mañana desparramará sus tripas en las clínicas borradas de la lepra; perderá el sueño blanco ante la piedra cainita; comerá pedazos de hambre en la basura; vivirá en estanques putrefaccionados, bajo la mirada de los nazis mayorales. En alguna esquina, algo te va a pasar. Algo te va a pasar, en alguna esquina. Recibirás el acero de la noche. Serás repartido. Quebrada la costumbre de tu cuello. Puede que alguien –para quien tu vida es nada– corte tu mano con un machete, a lo bruto, dejándola sin nombre, sin posibilidad. Ni siquiera habrá una razón fija: será así nomás, porque sí, por ponerte una chaqueta de sombra y alacrán. Y cuando las lágrimas de ácido fundan tu bello rostro, y te hagan mostrar el hueso, entonces será como si jamás hubieras tenido cosa alguna, como si tus perlas fueran todas de durísimo arsénico. Vayan estas líneas por esos tajeados, sucios, ennegrecidos, cuyo karma cambió vil y abruptamente. Que dormían apaciblemente en los atrios y fueron corridos a latigazos por la policía municipal. Iban de destino henchidos, y hoy ya ni sus hijos los miran a los ojos… No, amigo: no hay prócer sin fin: no hay fortuna infinita. Solamente a un imbécil como tú se le puede ocurrir que su suerte está cuajada.

Mocoso.– Mi hijo es un mocoso. Quema insectos con una lupa. Hace agujeros donde no tiene que hacerlos. Ametralla a sus compañeritos en la escuela. ¿Será hora de quitarle su mesada?

El otro.– No olvidaremos al otro, que tú invitaste o yo invité, que quizá invitamos juntos, y ahora es como el agua de este desierto, la torre o lágrima inmaculada elevándose por encima del sucio tedio de nuestra espuma repetida. Estábamos en los años, aburridos, y quisimos un hachazo, y un hachazo obtuvimos. El otro, el fosforescente, nos dio el punto absoluto de referencia. Y ahora es él quien rige nuestras destinos, administra nuestra sed, nos indica qué sentir, y cuál es nuestro rol en esta obra que es todo menos nuestra. Extraño aquellos días cuando estábamos hastiados, pero éramos nosotros. Nosotros, no el otro, el inolvidable, el que vino pues de afuera, a mostrarnos que sin él no valemos nada. 

Las brutales consecuencias.– Decidiste por el universo y el universo acató tu decisión. Ya no hay modo de destomar ese ron, descomer esa carne. Ni modo de borrar esa escritura: la tinta, ella, ya sangró. Y las brutales consecuencias han de ser pagadas. ¿No oyes acaso?Tocan a tu puerta.


(Buscando a Syd publicada el 28 de marzo de 2019 en El Periódico.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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