'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Cicigia (6)

Pudimos reconocer en aquel binomio Aldana/Velásquez gravitas y desapasionamiento institucional. Insano sería creer, sin embargo, que sus protocolos y tomas de decisión institucionales no adolecieron, en alguna medida, de proclividad o tendencia. 
            
Aclaro que cierta propensión es natural, en cualquier institución dada: nadie escapa a su propia perspectiva. Es por ello mismo que yo hubiera apreciado que el Eje MP/CICIG fuera más eficiente para explicar sus criterios de decisión, ya no solo técnicos u operativos, sino su posición general en el juego del poder, así como sus maneras de crear y negociar colaboraciones.
            
Alianzas se dieron. Y a veces muy abiertamente, como cuando el Comisionado y la Fiscal hicieron presencia en el evento aquel del Frente Ciudadano contra la Corrupción, dandoun mensaje entre desesperado y complaciente, presentándose donde no tenían que presentarse y empujando una mancuerna innecesaria, que adicionalmente resultó más bien inocua, en términos de contrarrestar la impunidad.
            
Ese día se sacrificó un semblante de ecuanimidad por una agenda evidentemente política y un meandro particularmente mediático. No es que el Eje fuese apolítico de antes, pero en todo caso había conseguido hasta ese momento no entrardescaradamente en el realpolitik. En mi opinión fue un error anteponer el ajedrez a una institucionalidad que debía permanecer posicionada, pero toda vez clínica, y algunos de nosotros enfriamos mucho nuestro apoyo. Sin contar que había uno o dos lobos en esa mesa, la clase de lobos con los cuales uno no se sienta a comer. 
            
Aún con esta clase de connivencias, CICIG se ha atrevido a decir que la justicia no es de izquierda o derecha. Lo cual por supuesto no es cierto, y revela ya sea ignorancia o manipulación, equivalente a la de sus peores detractores. Porque no es cuestión alguna de colapsar las diferentes justicias en un solo machote achatado y unidimensional, y todos agarrados de la mano. Se trata, más bien, de establecer diseños integrales verídicos entre las distintas agencias ideológicas y sus versiones de lo que es cabal. 
            
Por cierto,siento lástima por quienes, en su parroquialismo de Facebook, se tragaron el cuento de que la CICIG no tenía agenda ideológica, cuando nada hay más ideológico que la CICIG y nada más agendado.
            
¿Agendado por quienes? Eso lo sabemos todos. La CICIG fue ensamblada como un proyecto beta con altos potenciales para limpiar y administrar este país–laboratorio nombrado Guatemala. De ahí que la inversión fuese tan enfocada y masiva. Es imposible que no la hayan en algún momento considerado como un modelo factible y estándar de intervención blanda en la región y quién sabe si en el Tercer Mundo en general. Así como hay una soberanía nacional también hay una soberanía internacional y ambas están sujetas a toda clase de programas, provechos y perversiones.
            
Y aquí es donde se trae a la mesa una pregunta capital que no ha sido respondida adecuadamente: ¿quién fiscaliza a los fiscalizadores?

Es una pregunta que podría molestar a los convencidos, en contra de quienes nada tengo, excepto cuando empiezan a criminalizar y ostracizar la crítica.             

Algunos de estos convencidos debiesen ser, por su posición en la sociedad, críticos por default, como es el caso de comunicadores, pensadores y agentes culturales, muchos de los cuales se almidonaron en el banquete de la afiliación.

Si hay un derecho es el derecho a exigir claridad. Alguna vez escribí que la CICIG debiese tener incluido un espacio parecido al "defensor del lector", que pueda señalar e interrogar activamente su hibris operativa e ideológica, sin que ello signifique o construya oposición violenta. Es una cuestión de elevar la coralidad y la apertura en torno a una institución que está bastante sellada, y cuyos mecanismos de autorevisión no están claros, lo cual provoca muchas incomodidades. Esas incomodidades, que no fueron administradas sabiamente, crearon un escenario feo. Todos salimos perdiendo. 
            
Una cosa básica que todos deseamos saber es bajo qué criterios, términos y facultades la CICIG hace lo que hace y pacta lo que pacta. Hay que llegar a la médula de todo eso. Si CICIG es acusada de justicia selectiva, por ejemplo, podría explicar y comunicarnos mejor cómo selecciona su justicia. No es tampoco mucho pedir. Unos afirmarían que CICIG depende en buena parte de su reserva, pero con ello ya estamos entrando en un catch–22.
            
Es precisamente porque doy mi apoyo a esta institución que creo que esta tiene que ser muy escrutada. ¿Lo está? No lo suficiente. Por ejemplo, no entiendo cómo en todo el tiempo que lleva la CICIG no he leído un solo artículo de investigación relevante y de aliento sobre su identidad y valores institucionales, su operación, su personal, sus comunicaciones y su gobernanza. En particular, me gustaría saber cuál es su cultura laboral, su estructura interna, quiénes son en precisión sus mandos y cuáles sus roles, cómo es su cotidianidad y su atmósfera, y todo de sus prácticas y procesos, incluidos sus protocolos de decisión. Ideal hubiera sido que un periodista serio y objetivo se hubiera hundido un año en la Comisión, en su mejor momento, y redactara una pieza en secuencias o hiciera un docu al respecto o un blog en continuado. 
            
Al menos me gustaría leer o escuchar una entrevista sentida (no meramente decorativa) en donde el Comisionado atienda preguntas, no apenas coyunturales, sino además discursivas: que hablen pues del espíritu mismo de la CICIG. Recuerdo que en su momento el Comisionado comentó que la CICIG solo estaba acompañando las reformas. Para mí la pregunta evidente era: ¿qué quiere decir eso: acompañar?, ¿qué quiere decir en el fondo?
            
Desde luego, hablar de la esencia del proyecto no impide hablar de los resultados. Si yo fuera quien lo entrevistase, una cosa que me encantaría preguntarle al Comisionado es por qué no hemos recibido un mapa mejor delineado de cómo funcionan las células de extorsión, que por supuesto tienen dueño y modus operandi. 


(Buscando a Syd publicada el 3 de enero de 2019 en El Periódico.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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