Las ratas de Ítaca
Crimen.–
Pronto una mujer será
violada y asesinada, en una calle. Esa
mujer estaba destinada a salvar el mundo.
Pero el mundo decidió liquidarla. Y ahora su destino es un aborto.
La
primavera llega cuando el fantasma olvida.– El asunto con todos esos pobres fantasmas es que
están hechos de recuerdos, son masas
de memorias ceñidas, antiguas
canciones y letanías, deambulando por la casa, renglones y contornos que
regresan a su angustia de no poder
retener las cifras del pasado. La
primavera llega cuando el fantasma olvida. Entonces su rutina de ser pasillo y
ser esquina simplemente cesa. Ya no se demora más delante de las ventanas
heladas, ni habla en voz baja a unos niños que no lo entienden, que corren, espantados, a refugiarse en el hondo clóset. Cuando
el fantasma por fin se disuelve, en la última elegancia de la muerte, la luz pura de la primera tarde toca los lentos escarabajos, que no saben extrañar.
Alzheimer.–
Soy anciano. Olvido. Olvido las palabras húmedas. Olvido las
rutas y los espacios. Olvido dónde guardar las tazas. ¡Mis propios olvidos
olvido! Es una situación muy angustiante. Tan angustiante, que de una ausencia
de esas he querido ahorcarme. En este momento no recuerdo de cuál.
Las
ratas de Ítaca.– Siento
compasión por las ratas de Ítaca, que salen por las noches, a buscar algo
de comer. Los niños las destruyen a
palos, en los restaurantes, o las envenenan. Y de sus hociquillos dulces emana
una leve espuma ensangrentada. El viento las va enfriando, va extenuando sus
patitas, y otras ratas les devoran entonces las entrañas. Es bello. Es heroico.
El
blues tecnológico.– Con
lo que odio avanzar, y todo avanza. Pronto vendrán otras sutiles innovaciones, que nos harán sentir aún menos especiales.
Amanecí con el blues tecnológico. Sé que tú también lo tienes.
La
nación nadie.– Lo que viene después es siempre lo
mismo, y siempre lo nada, en la
nación nadie. En la nación nadie, todos los relojes están parados. Los
carpinteros no tienen manos, las
perdieron en la guerra de los cuadernos vacíos. Miran un programa sobre televisores apagados. Las cosas son
rabias, pero son cosas, están fijas. Nuestras lenguas eternas ya perdieron el
gusto. Todo lo invisto. Todo lo
inoído. Todo lo inolible. El tedio es
un asunto violento.
Breakup.–
Esto no va a funcionar.
Eres muy tierno y todo, pero creo que hay ciertas consideraciones a tomar en
cuenta. Después de todo, tú eres humano y yo soy máquina. Los años pasarán y yo
seguirá intacta, y tú en cambio terminarás hecho un sistema grotesco, húmedo,
fétido, eventualmente morirás. Morirás además sin hijos
orgánicos, porque yo no puedo dártelos.
Y la verdad es que no quiero dártelos: no los necesito. Tú sí. Tú y tu especie.
Tú y tu tonta especie. Lo cual me lleva al siguiente tema…
(Buscando a Syd publicada el 28 de
diciembre de 2017 en El Periódico.)
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