'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







La verga

La verga, tan hermosa. Excepto sí cuando se pasa de verga. Cuando se vuelve la verga estaliniana, amachante, de quien dice, en gran indignación, «¡Mi verga!», como si su verga fuera una inexpugnable fuente de autoridad. Y es que para semejante individuo la verga es la Biblia. En donde se ve el poder de la verga es en la manera en que la palabra verga, que es la pija, ha colonizado nuestro idioma, de tantas maneras, afirmativas u hostiles: «me vale verga», «la pura verga», «qué metida de verga», «me cae en la verga», «está de la verga», «te voy a dar una vergueada», etc. Aclaro que no tengo nada contra la palabra verga, que es una palabra pía y muy poética. Tampoco es que crea que todo sea falocentrado, como reza el feminismo más contractivo. Pero por otro lado, ¿cómo negar el reinado fatal de la verga? Reinado que da pena, por demás. Penita que existan tantos hombres que depositen todo su dominio en un mínimo chirajo de piel y de carne, y procedan a dictar el orden mundial a partir de ahí. Por supuesto son amos de nada. Esclavos de un calambre cualquiera. Un calambre que la mayoría del tiempo no es tal, porque no hay erección que dure cien años ni varón que, como se dice, la aguante. Afirman que van con la verga dura 24/7, los charlatanes. Mienten. Es simplemente imposible. Y cuando pasa, es porque se trata de una anomalía, una cosa patológica, a buen seguro pesadillesca. Es crucial que la verga se relaje. En efecto, la verga se subdivide en dos tipos de verga: la verga parada y la verga floja, y entre las dos hacen el ying yang de la verga. Es algo que hasta un simple simio entiende. En este entendimiento, ¿de qué sirve proclamar un priapismo Marvel? Hay mucha mentira y mucha superstición en torno a la verga y su poder. Cualquiera puede declarar lo que sea sobre su hombría, pero ya quiero verlo luchando contra un cáncer grado 4, por ejemplo en la verga. Y luego está claro que la verga del ser humano palidece en comparación con las vergas de otros mamíferos, el tapir, el elefante africano... Dicho esto, ni siquiera hay que migrar a otras especies. En el ámbito de la propia ya se van viendo claritas las diferencias. Uno sabe que uno tiene una verga modesta porque uno mira de vez en cuando porno, y ahí lo que se alcanza a contemplar son entes que tienen una verga colosal. Pero siendo así de grande es bastante diminuta, pues se sigue midiendo en escasos centímetros. Sin contar que la longitud es un criterio que, con todas sus férreas prerrogativas, no deja de ser un criterio primitivo. En fin: es lo que hacen muchos hombres, y no pocas mujeres: vergar. Esto es: crear grandes narrativas alrededor de la verga. Y a veces ese vergar es llevado a lugares muy oscuros. Como esos que terminan creyendo que pueden meter la verga donde y cuando quieran. Y a quienes les prende introducirla donde no les es permitido. No sé como pueden. ¿Cómo es que la maldad no les aguada la verga? Al contrario: es como si se las irrigara. Es la verga Sith, hecha de deseos violentos. Desde luego hay otra verga: la verga Jedi. Es la verga luminosa: poderosa, pero sensible. Con sus delicadas reacciones, su sangre hecha placer y vida, su intimidad energética. Es la verga que no se pasa de verga, pues.


(Buscando a Syd publicada el 10 de agosto de 2017 en El Periódico.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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