'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Cansado

Cada día estás más cansado. Es una cosa muy seria esa de abrir los ojos, por la mañana, y sentir esa enfermedad siniestra en el cuerpo: el cansancio.
           
La idea era amanecer radiante, abrir la ventana, salir al jardín, si lo hubiera, y sentir las sílfides acariciarte la piel y, acto seguido, hacer ejercicios, pues todo el mundo sabe que haciendo ejercicios se llega al nirvana y se curan todas las enfermedades sociales…
           
Pero lo cierto es que cada día que pasa estás más cansado, y tus uñas se están cayendo del cansancio, y es como decir que tus dientes se están cayendo del cansancio, y el cansancio entonces te ablanda y te endurece.
           
Hoy tampoco harás ejercicio.
           
Vas al baño, y observas en el espejo tu rostro, tu rostro y sus arrugas como cicatrices, como costuras sin fuerza. Y te bañas, pero no de forma viril, invulnerable, más bien catatónicamente. Ablución debiera significar despertar, quitarse las modorras, los letargos de encima, las breas del dormir, pero en este caso es como si el agua te fuera cubriendo de una capa extra de fatiga, y te sientes como un loco en un manicomio, al cual estuvieran limpiando sin su consentimiento, pero también sin su indignación. Solo estás ahí, y mientras te enjabonas, inercialmente, te preguntas si el peso del jabón en tu mano no terminará siendo como ese yunque que te hunda en el lago–agotamiento, en la sopa–extenuación.
           
Cierras la llave del agua. ¿Podrás tú, el ultra–cansado, vestirte, ahora? ¿Hay motivo para pensar que podrás ponerte los calcetines? ¿Cabe siquiera pensar en la posibilidad de que te coloques el cincho? Es como si hubieran agarrado tu cuerpo físico, y tu cuerpo pránico, todos tus cuerpos, a batazos.
           
De alguna forma que no puede ser calificada sino de milagrosa consigues ponerte la ropa, pero en cambio el esfuerzo hace que te desmayes en el pasillo, al salir del baño.  
           
¿Cuánto tiempo transcurre? Es muy difícil saberlo. Por fin vuelves a la consciencia, y al principio no puedes ni moverte, es como si estuvieras dentro de un traje de látex sumamente incómodo y apretado. Con atroz dolor mueves tu dedo meñique, luego tu mano, luego un poco el brazo, luego el otro.
           
Y ahora te arrastras a la cocina (y pasas al lado de un antílope muerto, en la mitad de la sala) y cuando por fin llegas a la cafetera, después de un esfuerzo inconmensurable, tomas la jeringa y te inyectas el café.
           
El café te da la suficiente estamina para salir a la terraza, si la hubiera, y observar la ciudad mortuoria, sepultada ella también en consunción. Piensas en esos individuos que están todavía más cansados que tú y que se levantaron más temprano que tu propia persona para ir a cumplir con un trabajo que es más cansante que el tuyo. Uno de esos individuos ahora mismo se encuentra en un bus y está rezando: rezando porque un ladrón asalte el vehículo, y de paso le pegue un tiro, le quite ese maldito cansancio.   

Te pones triste por ese individuo, pero no mucho, porque estás demasiado cansado para sentir compasión, y el día apenas empieza.


(Buscando a Syd publicada el 30 de marzo de 2017 en El Periódico.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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