'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







El contenedor

El otro día publiqué una columna de veta moralizadora (hélas, una veta que me persigue) sobre la importancia de comprometerse con algo, y ponía el ejemplo del escritor que en algún momento dado tiene que elegir un camino creativo y seguirlo a profundidad, o nunca conseguirá autointegrarse. Si me lo permiten, es algo de lo cual quisiera continuar hablando en la presente.
           
Lo veo muy claro conmigo. Cuando empecé a escribir, mi visión era escribir de todo. O sea convertirme en un 4X4 de la literatura. Y así fue: transité todos los géneros y redacté en todas las direcciones. Con lo cual se dio un interjuego de posibilidades retóricas muy divertido y exultante. El problema es que nunca logré armar un contenedor solido, pues entre tanto proyecto y tanta búsqueda la cosa se terminó dispersando en plurales itinerarios, algunos interesantes, pero ninguna carretera mayor.
           
Está sujeto a discusión, pero yo creo que la orientación concreta y sin intervalo es tu mejor aliada para hacer algo significativo, literariamente hablando, sobre todo cuando no sos un escritor de tiempo completo.
           
¿Y qué hay de todos esos grandes escritores que han cultivado toda suerte de movimientos, pregunta alguien? Pues sí. Por eso son grandes. Tienen ese alcance, esa capacidad de dotar a su obra, por muy diversa que sea, de un mismo espíritu magno, cohesivo y creador.
           
Pero no todos poseemos ese calibre.
           
En tal sentido, no me parece demasiado idiota elegir un estilo, un género, un proyecto, una topología escritural determinada, y dentro de eso ya desarrollarse.
           
¿Cómo escoger a dónde ir? Bueno, hay criterios pragmáticos, pero más que nada la cosa está en responder a nuestra propia autenticidad. Además, no hay mejor forma de honrar al lector.  Como bien dijo Polonio a Laertes: “Sé fiel a ti mismo y de eso seguirá, como la noche al día, que no podrás ser falso con nadie”.
           
Por supuesto, una frase como esa atrae toda suerte de preguntas difíciles: ¿qué es ser fiel a uno mismo?; ¿y qué pasa si ser fiel a uno mismo es ser fiel a muchas cosas? ¿si contengo multitudes, en plan Whitman? Sea. Pero en todo caso, lo valioso aquí es que ya estamos moviéndonos dentro de un enfoque unitivo y sinergizante. Cuando asumimos espiritual y operativamente una identidad literaria, terminamos con una obra hecha, en el sentido más poderoso de la palabra.
           
El riesgo obvio sería producir un cinturón de castidad, una maniobra verbal anquilosada. ¿De qué sirve hacer algo incluso bien definido pero sin corazón o tracción poética, muy resuelto pero sin salidas imaginativas?
           
Tenemos que asegurarnos que nuestra obra tenga y obtenga frescura e inspiración. Entiéndase: sostener a toda costa el contenedor, pero sin caer en una suerte de endogamia o parálisis reclusiva. En ello está la importancia de mantener siempre cierta otredad literaria: apertura y fluidez orgánica. El talento, podría entonces decirse, está en nuestra capacidad de crear algo muy delimitado y visible, pero que respire, que tenga poros.


(Buscando a Syd publicada el 24 de noviembre de 2016 en El Periódico.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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