'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Fantasmas

Desde hace tres días, o más bien tres noches, es lo mismo: un ruido, viniendo de la sala o la cocina o la terraza, de algún lugar a la vez muy concreto y muy abstracto, un ruido que no es para nada normal –“¿Escuchaste vos?”, me pregunta CL6 y advierto una nota de inquietud en su rostro– a tal punto que me voy a inspeccionar, la primera noche, pero también la segunda y la tercera, toda la casa, y en la primera inspección, pero también en la segunda y en la tercera, procuro liberar mi observación científica de prejuicios cognitivos, ya saben, por mantener la delicadeza científica, pero siempre moviéndome en una polaridad emocional entre la expectación y el estar como la gran puta por andar despierto a esas horas y frustrándome crecientemente a medida que no encuentro nada –la idea equivalente aquí es la de un Pedro de Alvarado en las llanuras de Ambato con una tropilla ya pillada por el cansancio, pero se trata de una equivalencia que hago con reservas porque quién en su sano juicio querría compararse a Pedro de Alvarado, vamos– aunque igual no deja de ser hasta cierto punto reconfortante el no ser recibido por un par de cacos mala onda cada cual con un revolver calibre 38 y caras de embrocáte o te mato maldito ni tampoco se trata de una sonámbula CL6 ni tampoco de roedor o animal alguno o de la gata haciendo travesuras, y ahora aprovecho para decir que me choca que en lugar de investigar ella también, la gata, en busca de posibles ratones como le corresponde por naturaleza (“¿Y vos para qué servís?”, la reprendo) ha salido volada y se ha metido debajo de la cama pues su arquitectura felina así se lo permite, en fin que por un momento especulo que es el viento el que ha botado algo, pero viento no hay, ni tampoco nada se ha caído, por la cuál ya sólo queda recurrir, y agotado el método empírico–analítico, a un argumento mágico, y procedo a sustraer de las regiones prerracionales de mi psique la nunca aburrida conclusión de que en mi casa hay fantasmas y vuelvo a la cama y CL6 también y no cierro los ojos y afuera en la noche alguien está disparando.


(Columna publicada el 2 de diciembre de 2010.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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