'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







La Muerte Roja

El sábado se fue la luz en mi casa y en muchas casas.

Me puse a releer en el comedor un cuento del maestro Poe, a la luz de las velas. Afuera, la tormenta llevaba a cabo su brainstorming de relámpagos.

La Máscara de la Muerte Roja. Es el nombre del relato. Ustedes conocen la trama: la peste ­–o sea la Muerte Roja– asola el país del príncipe Próspero, que opta por recluirse en su castillo a vivir la dolce vita, junto a una corte narcotizada por la liviandad y el placer, de espaldas a la enfermedad.

El cuento relata una pomposa y extravagante fiesta de máscaras en donde los invitados ríen a lo largo de siete salones o cámaras, mientras afuera la peste extiende su territorio trágico.

Pero un extraño invitado se presenta en la fiesta. “Su figura era alta y delgada, y llevaba una mortaja desde la cabeza a los pies”. “Su mortaja estaba salpicada de sangre y su amplia frente, como todo su rostro, estaba manchada por el horror escarlata”.

Naturalmente, este invitado tan peculiar es la “Muerte Roja”. “Uno a uno cayeron los concurrentes en las salas de la fiesta y cada uno murió en la posición desesperada de su caída”.

Relato sobre el escapismo, La Máscara de la Muerte Roja describe puntualmente cómo es que huimos de la realidad y de nuestras responsabilidades soberanas.

En un sentido, Agatha es la Muerte Roja. Y al igual que el príncipe y su corte, hay quienes se fueron a encerrar a sus cámaras, ajenos a la tragedia del huracán, sin tan siquiera un pensamiento o plegaria de solidaridad. Sencillamente no conectaron con lo que estaba pasando a su alrededor. Se pusieron a ver ESPN. Se fueron a jugar FarmVille. Optaron por emborrachase. Se durmieron. Se volvieron a hundir en la cotidianidad.

Lo que Poe propone es que no importa qué tan refundido estés en tu casa en suburbia o en tu suburbia interior, la Muerte Roja sabrá encontrarte.

Siempre se paga un precio por no estar abierto al dolor del prójimo.


(Columna publicada el 3 de junio de 2010.)

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Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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