Los beneficiados
Tragedia la de Chávez: la de haber nacido en un mundo posrevolucionario, enfermo como nunca, contradictorio como siempre, pero bajo el predicado amodorrado de la caída del muro de Berlín. ¿Cómo se grita socialismo o muerte en un ambiente hemipléjico? Sólo queda crear artificialmente los conflictos, ponerse las pelucas, pues. El programa de Chávez, su tamal ideológico, sólo funciona si hay alguien para repudiarlo. No es la guerra lo que quiere Chávez: es sólo el desprecio (con el ejército colombiano no se juega, exactamente).
Hay un dicho famoso e infalible, quizá taoísta: “Siéntate pacientemente junto al río, y verás pasar flotando el cadáver de tu enemigo”. Que, contextualizado, queda así: “Siéntate pacientemente junto al Táchira, y verás pasar flotando el cadáver del Mico”.
Por supuesto, a Uribe no le interesa ni el taoísmo ni el pasivo avistaje de cadáveres, lo que le interesa es poner bases americanas en puntos estratégicos. No hay que ser un físico de las supercuerdas para entender lo que en verdad está en juego aquí. América Latina terminó siendo la gran procrastinación de la era Bush, pero ahora la guillotina se pone más y más pesada y emprende el viaje vertical a regiones sudamericanas; por lo menos, mientras empieza una nueva saga en los desiertos. Se le acusó a Venezuela de facilitar armas a las FARC. Pero nosotros sabemos que hoy en día no es la guerra la que lleva a las armas: son las armas las que llevan a la guerra. Si éstas existen o son un invento (o las dos cosas, el caso venezolano) es irrelevante.
Dijo Jorge Volpi el otro día en Madrid: de esta confrontación, tanto Uribe como Chávez salen beneficiados. “Es como si todo el tiempo se necesitasen”, ha dicho. Se ve que tiene el hocico atorado de razón.
(Columna publicada el 26 de noviembre de 2009.)
Hay un dicho famoso e infalible, quizá taoísta: “Siéntate pacientemente junto al río, y verás pasar flotando el cadáver de tu enemigo”. Que, contextualizado, queda así: “Siéntate pacientemente junto al Táchira, y verás pasar flotando el cadáver del Mico”.
Por supuesto, a Uribe no le interesa ni el taoísmo ni el pasivo avistaje de cadáveres, lo que le interesa es poner bases americanas en puntos estratégicos. No hay que ser un físico de las supercuerdas para entender lo que en verdad está en juego aquí. América Latina terminó siendo la gran procrastinación de la era Bush, pero ahora la guillotina se pone más y más pesada y emprende el viaje vertical a regiones sudamericanas; por lo menos, mientras empieza una nueva saga en los desiertos. Se le acusó a Venezuela de facilitar armas a las FARC. Pero nosotros sabemos que hoy en día no es la guerra la que lleva a las armas: son las armas las que llevan a la guerra. Si éstas existen o son un invento (o las dos cosas, el caso venezolano) es irrelevante.
Dijo Jorge Volpi el otro día en Madrid: de esta confrontación, tanto Uribe como Chávez salen beneficiados. “Es como si todo el tiempo se necesitasen”, ha dicho. Se ve que tiene el hocico atorado de razón.
(Columna publicada el 26 de noviembre de 2009.)
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