'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Canto Trigésimo Tercero


Por fin, después de tantas sombrías aventuras, y remachando, Dante llega al cielo, lógicamente emocionado ante la perspectiva de conocer al Más Hermoso. Es, entre otras cosas, su gran momento espiritual.

En efecto, no puede ser todo más perfecto: la oración de Virgilio, la santísima Virgen, la luz, cegadora, y los tres círculos...

Dante está –como se dice– sin palabras.

No obstante, y de pronto, a tanta luz le da por girar vertiginosamente, formando un remolino sorpresivo: por un minúsculo agujero en la mitad del cuarto, la luz, oficialmente, se está escapando.

Es como cuando el agua de la tina se va por el desagüe.

El cuarto queda completamente vacío, salvo por el enano.

Hay un enano en el cuarto.

Es Dios.

Dios, sin el maquillaje.

Y se está riendo.

Dante siente como una brisa muy oscura en los puros huesos.

“¿En dónde me hallo?”, reclama Dante, confundido.

“¿Cómo en dónde? En el cielo”, responde Dios, divertido.

Dante echa un vistazo al cuarto: un triste bombillo alumbra las grietas, las paredes sucias, las glaciales ventanas rotas, y una puerta más bien ordinaria. Nada más.

“¿Y Virgilio? ¿Qué has hecho con Virgilio, embustero?”, reclama, resentido, Dante.

“Oh, los poetas”, contesta Dios. “Están todos sobrevaluados”.

“Esto no está pasando”, se dice Dante: “Es una prueba, una última rigidez por parte de la Providencia”.

Carcajadas espectaculares del enano, que se menea en convulsiones. En realidad, más que una risa es como el sonido de una tiza estridente contra un pizarrón, multiplicado un millón de veces. Dante procura taparse –el muy ingenuo– los oídos. Sale finalmente por la puerta, desquiciado.

Del otro lado, una selva obscura. Un hombre se acerca. Una voz: “No soy ya hombre, pero lo he sido…”


(Columna publicada el 21 de febrero de 2008.)

6 comentarios:

Oswaldo J. Hernández dijo...

Poderosamente, la condición de lo imaginario. Lo creativo. Un espanto agraciado, beatifico, bienaventurado por el cielo.
Saludos.

diego dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
diego dijo...

H. Miller imaginaba que en lugar de Dios habría dos grandes y olorosos chorizos de mierda. d.

monajera dijo...

interesante, creativo
Hay un enano en el cuarto.
cierto cierto....vaya pedacitos de DIOSES los que construimos en ocasiones...

Abrazo...

Maurice Echeverría dijo...

Dios no es lo que pensamos. Dios es impensable. m.

Anónimo dijo...

Me encanta la idea de un Dios sin el maquillaje. Un Dios enano. "We accept Him, one of us" ;-)

Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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