Barrio Marianao
Hay un Maurice nítidamente cubano (como de hecho hay un Maurice nítidamente inglés, o un Maurice mexicano –el güey– y no mucho más allá está el congolés, o el paquistaní, o el gringo, etcétera). El Maurice cubano es y será siempre de Marianao.
Marianao fue mi barrio, durante el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, hace una década, que es como si fueran dos. Eternasempiternamente está viendo a una mujer que baila –oh– y que recita versos de Martí y se llama –juro que no me lo estoy inventando– Ariadna. Puta, qué mujer.
Durante el Festival –y en algún momento nebuloso de las veintiún borracheras que me puse en la Isla– alcancé a medio enfocar la vista y percibir a Silvio Rodríguez, que habrá cantado una de sus bellas canciones de cuna.
En otro momento de enfoque contemplé al Comandante, nada menos, que allí estaba para eterno éxtasis del freakiario izquierdoso universal, presente como jamás. Y yo en medio de todo eso. Entendí el verso, ya citado antes en esta columna, de Piñera: la maldita circunstancia del agua por todas partes. Pero no era el agua: eran ellos. De veras querían que Fidel se quedara por un millón de eones. Talvez me tocó estar allí para purgar la deuda kármica que tenemos los guatemaltecos con Cuba, por la inmensa grosería de Bahía de Cochinos. Como sea, allí me encontraba –un lector de Onetti– naufragando en fluidos revolucionarios, y pensando en la bella Ariadna, a esas alturas talvez en brazos de un argentino o un español.
Hasta que al fin pude salir del alfaque. Me fui corriendito a mi barrio. Un señor –un viejito bullanguero y bueno onda– vio que venía yo todo paranoide y sofocado, entonces me llamó, abrió las puertas de su casa, me invitó a tomar ron, me trató como un hermano. Había peleado para Cienfuegos. No hay nada como volver a casa.
(Columna publicada el 28 de diciembre de 2008.)
Marianao fue mi barrio, durante el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, hace una década, que es como si fueran dos. Eternasempiternamente está viendo a una mujer que baila –oh– y que recita versos de Martí y se llama –juro que no me lo estoy inventando– Ariadna. Puta, qué mujer.
Durante el Festival –y en algún momento nebuloso de las veintiún borracheras que me puse en la Isla– alcancé a medio enfocar la vista y percibir a Silvio Rodríguez, que habrá cantado una de sus bellas canciones de cuna.
En otro momento de enfoque contemplé al Comandante, nada menos, que allí estaba para eterno éxtasis del freakiario izquierdoso universal, presente como jamás. Y yo en medio de todo eso. Entendí el verso, ya citado antes en esta columna, de Piñera: la maldita circunstancia del agua por todas partes. Pero no era el agua: eran ellos. De veras querían que Fidel se quedara por un millón de eones. Talvez me tocó estar allí para purgar la deuda kármica que tenemos los guatemaltecos con Cuba, por la inmensa grosería de Bahía de Cochinos. Como sea, allí me encontraba –un lector de Onetti– naufragando en fluidos revolucionarios, y pensando en la bella Ariadna, a esas alturas talvez en brazos de un argentino o un español.
Hasta que al fin pude salir del alfaque. Me fui corriendito a mi barrio. Un señor –un viejito bullanguero y bueno onda– vio que venía yo todo paranoide y sofocado, entonces me llamó, abrió las puertas de su casa, me invitó a tomar ron, me trató como un hermano. Había peleado para Cienfuegos. No hay nada como volver a casa.
(Columna publicada el 28 de diciembre de 2008.)
6 comentarios:
Cielo santo! Que hermoso...
Quiero decir, utópico...
Creo que te ví un día en el playground, allí en la zona 1, serias vos?
TG
En el Playground hay como doscientos Maurices circulando, o sea que a lo mejor sí. m.
Chingao, que bueno te quedó. Después de conocer Cuba, Cuba (valga la redundandia) es la casa de cualquiera.
"La casa de cualquiera". Podría ser el título de un libro. m.
Ahora si que eras vos m. caminando por la zona 9 en la mañana del lunes... Te rapaste verdad?
Y reitero lo de este post: Hermoso...
TG
Sí, ese podría ser un buen título.
Una pregunta, porque cerraste tu blog salivario?
Publicar un comentario