'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Bhutto


Benazir Bhutto llevaba el signo trágico en la frente de los heraldos y los mártires y los místicos de la política. Su muerte es escandalosa, es indignante, pero no es sorpresiva. Esta mujer, quien fuera Primera Ministra dos veces en Pakistán (y removida del cargo en ambas ocasiones) ha estado en la mira de no pocos zopilotes desde hace varios años. Y aquí hablamos en particular de las facciones más abominables del Islam –Al Qaeda y talibanes– quienes vieron en la cruzada non serviam antiterrorista de Bhutto un objeto de desprecio metafísico, pero también hablamos de detractores políticos domésticos, e incluso ajedrecistas occidentales, interesados en crear escenarios violentos para sus fines íntimos.

¿Qué llevó a esta brillante mujer a volver a Pakistán en condiciones tan convulsas? ¿Podía confiar en la protección ofrecida por Musharraf? ¿Acaso no sabía que amnistía en su caso equivalía a muerte? Por supuesto que lo sabía. Podemos suponer que toda clase de misivas se encargaban de recordárselo a diario. A éstas respondió con ovarios de hierro (templados en el hielo de una historia familiar que incluye torturas y asesinatos y acusaciones severas –no se sabe si ciertas, hélas– de corrupción). En cierto sentido, es como si ella misma se hubiera autoinmolado, a la par de los mismos suicide bombers contra quienes luchaba. Es la pomposa ironía de su muerte. La crucifixión será siempre el misterio en donde todas las morales se funden.

Aquí lo triste es que todos aquellos conatos para que Pakistán no se convierta en un estado terrorista se fueron al traste. A partir de ahora cabe esperar una intervención externa, esto es: el terrorismo consensual o democrático de Occidente y sus cuchillos teledirigidos. Viene desde luego a la mente el verso de Gonzalo Rojas: “El mundo se me empezó a morir como un niño en la noche”.


(Columna publicada el 10 de enero de 2008.)

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Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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