La manguera
La muerte de Valerio Castañón de León y Aura Esperanza Salazar Cutzal, del PP, no es otra cosa que un ordenamiento detallado y tecnológico convocado desde antes de la primera vuelta. Casos sonados de violencia política –en el plano internacional– fueron aquellos en donde el blanco era el EG, por razones obvias. Pero el fenómeno es un chisgueteo convulsivo que agarra para cualquier lado, manguereo incontrolable de sangre y caos.
Hay quienes aún consideran que democracia es éste apilamiento general de muertos, parpadeo de plomazos en la noche abierta. No sé cómo pueden decir semejante cosa y después dormir. A saber con cuánta pasta y somnífero se atascan, estos hipócritas.
Sea como fuere, allí están: los difuntos. Ya no votarán en segunda vuelta, pero han cumplido el brete en la causa del sufragio. En oscuros consejos se deciden entretanto las futuras víctimas. No se ha visto campaña electoral más subterránea, más inconfesa. Dan ganas de meter la shola en la tierra, como el avestruz; pero lo cierto es que igual te desmochan por debajo.
Lo más preocupante es que el regular ciudadano sabe que estas cosas están pasando, pero apenas cuenta realmente con un enfoque panóptico que le permita apreciar la magnitud del descalabro; va recibiendo los interfectos políticos linealmente, según vayan apareciendo (como ver las perlas y no el collar) y las autoridades –perfil bajísimo aquí– no han sabido mostrarnos el trazado consistente que hay detrás de todo esto, cuando ya el informe debería estar afuera y ser de todos.
Por supuesto, tantas muertes son deudas; habrán de ser canceladas en los próximos cuatro años. De este enrarecimiento de la atmósfera pública sólo puede decirse que ni siquiera se vio algo así de parecido en campañas pasadas, aún con la inminencia de sectores atávicos.
¿Votar en estas condiciones es votar realmente, vos?
(Columna publicada el 18 de octubre de 2007.)
Hay quienes aún consideran que democracia es éste apilamiento general de muertos, parpadeo de plomazos en la noche abierta. No sé cómo pueden decir semejante cosa y después dormir. A saber con cuánta pasta y somnífero se atascan, estos hipócritas.
Sea como fuere, allí están: los difuntos. Ya no votarán en segunda vuelta, pero han cumplido el brete en la causa del sufragio. En oscuros consejos se deciden entretanto las futuras víctimas. No se ha visto campaña electoral más subterránea, más inconfesa. Dan ganas de meter la shola en la tierra, como el avestruz; pero lo cierto es que igual te desmochan por debajo.
Lo más preocupante es que el regular ciudadano sabe que estas cosas están pasando, pero apenas cuenta realmente con un enfoque panóptico que le permita apreciar la magnitud del descalabro; va recibiendo los interfectos políticos linealmente, según vayan apareciendo (como ver las perlas y no el collar) y las autoridades –perfil bajísimo aquí– no han sabido mostrarnos el trazado consistente que hay detrás de todo esto, cuando ya el informe debería estar afuera y ser de todos.
Por supuesto, tantas muertes son deudas; habrán de ser canceladas en los próximos cuatro años. De este enrarecimiento de la atmósfera pública sólo puede decirse que ni siquiera se vio algo así de parecido en campañas pasadas, aún con la inminencia de sectores atávicos.
¿Votar en estas condiciones es votar realmente, vos?
(Columna publicada el 18 de octubre de 2007.)
9 comentarios:
Y cuando despertó...
La misma mierda de nunca acabar. Un maldito circulo vicioso que hasta el más estupido conoce, entiende, ve, pero que igual nadie actua, o mejor dicho nadie actuamos. De verdad que dan ganas de salir huyendo, como que si no nos deparase el mismo final a donde quiera que fuesemos a dar...
T G
(Tristemente hace unos dias me di cuenta de que tus demás blogs están deshabilitados al público en general; yo era una lectora frecuente. Tal vez seria mejor que los omitieras de tu sidebar en este blog, porque igual no se puede ingresar. Me tocará conformarme con este nada más. Creo que perdés bastante audiencia si los dejás cerrados)
Gracias por visitar. Bueno, sí, pero el asunto con los blogs es que demandan una seria cantidad de tiempo y no te dan precisamente de hartar. A veces prefiero invertir ese tiempo en mis libros, libros que tampoco me dan de hartar, naturalmente, pero al menos son eso: libros, y no un quilt deslihachado en la mitad de la nada cibernética: un blog. Por demás, ni mis libros ni mis blogs tienen audiencia, para ser honestos, ni siquiera cuando están abiertos y disponibles. Salvo algunas generosas almas como vos. m.
yo tambien leo tus blogs... me trauman.
Qué triste eso de los seguidores pero no hay de otra, es cierto, a mí también me traumó, tanto así que la tengo entre mis lecturas favoritas, fijate bien que recién tus hijas sarcásticas, las columnas, están al lado de un libro de Umbral, uno de Dostoievski y uno de Ovidio.
¿Has leído El Príncipe Idiota y la Casa de los Muertos de Dostoievski?
d.
No he leído ninguno de esos libros. Es una deshonra. m.
En apariencia idiota, el príncipe ingresa en estados de lucidez al sufrir ataques epilépticos. La verdad no podemos más que esbozar una sonrisa luego de leer semejante ironía. Con aquel ambiente taan gris del San Petesburgo (hablo como si conociera Rusia) de Dostoievski.
La casa de los muertos, que dicho sea de paso, jamás he visto en una librería chapina barata, es la historia de un hombre (Dostoievski) en la cárcel de Siberia. Literariamente hay en todo esto un juego cortazariano. El protagonista es obviamente Raskolnikov, jamás menciona ese nombre, pero logras ver que la historia (exactamente dos años) se ubica entre el final de la novela (Crimen y Castigo) y su epílogo. Incluso aparece la misma escena de una mujer llegando a darle cartas, aquella a la cual le reveló el asesinato Raskolnikov.
Dostoievski es un genio, ese hombre era un artista.
d.
El rumbero está demente! Las parejas bailan como locas! La vieja está muerta!
“Yo nací un día que Dios estuvo enfermo” (Vallejo)
Y ahora siento como si (yo, canario) hubiese escuchado a hablar al Fariseo.
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