Cuasimodos
Anuncio al Venerable que he subido a blog todas las columnas publicadas en Buscando a Syd desde el 2002 (me faltarán como treinta o cuarenta, del primer año, lo dejaré para cuando haya tiempo).
Si son potables o noventa y tres por ciento mediocres ya lo decidirá el lector, cuya funcionalidad es sentirse tata, y paternalizar transaccionalmente diciendo ‘éste es bueno y éste es un imbécil’, refiriéndose al columnista, que en efecto lo es.
He madurado. Desde que empecé hasta hoy las columnas son más fluidas, y se han ido espiritualizando, impregnando de un aura y un estilo, creo.
O no, pero en todo caso cambios han habido. Hoy estas palabras también serán firmadas por Maurice, pero el Maurice firmante ya no será igual al del jueves pasado.
Buscando a Syd conforma una especie de diario íntimo (con eventual, muy poca política, que para eso ya tengo mi columna de El Quetzalteco llamada Los Tarados, con blog también). Releyéndola, me doy cuenta que ha sido una columna muy experimental; con ciertos lujos y exabruptos que sólo El Periódico, en su infinita misericordia, se encuentra en condiciones de consentir. Por lo general, me gusta incluir aquí toda clase de ficciones. El consumidor de columnas, cuando carece de sentido de la fantasía, termina creyéndoselas, y eso está bien, porque una de las premisas de Buscando a Syd es que la verdad también se inventa, como dice el decir. Un juego literario, y quien no lo tome como tal, y se enoje con lo que aquí uno dice, es que no tiene vida propia.
O a lo mejor no entiende que la opinión es una clase de poder, y como todo poder, deforma. Un ácido que desfigura el rostro del escritor, y le vuelve un poco despreciable a los ojos de la sociedad. El lado nocturno del columnismo. Los columnistas como Cuasimodos. Pero también, en el fondo, un alma.
La dirección: http://buscandoasyd.blogspot.com/
(Columna publicada el 31 de mayo de 2007.)
Si son potables o noventa y tres por ciento mediocres ya lo decidirá el lector, cuya funcionalidad es sentirse tata, y paternalizar transaccionalmente diciendo ‘éste es bueno y éste es un imbécil’, refiriéndose al columnista, que en efecto lo es.
He madurado. Desde que empecé hasta hoy las columnas son más fluidas, y se han ido espiritualizando, impregnando de un aura y un estilo, creo.
O no, pero en todo caso cambios han habido. Hoy estas palabras también serán firmadas por Maurice, pero el Maurice firmante ya no será igual al del jueves pasado.
Buscando a Syd conforma una especie de diario íntimo (con eventual, muy poca política, que para eso ya tengo mi columna de El Quetzalteco llamada Los Tarados, con blog también). Releyéndola, me doy cuenta que ha sido una columna muy experimental; con ciertos lujos y exabruptos que sólo El Periódico, en su infinita misericordia, se encuentra en condiciones de consentir. Por lo general, me gusta incluir aquí toda clase de ficciones. El consumidor de columnas, cuando carece de sentido de la fantasía, termina creyéndoselas, y eso está bien, porque una de las premisas de Buscando a Syd es que la verdad también se inventa, como dice el decir. Un juego literario, y quien no lo tome como tal, y se enoje con lo que aquí uno dice, es que no tiene vida propia.
O a lo mejor no entiende que la opinión es una clase de poder, y como todo poder, deforma. Un ácido que desfigura el rostro del escritor, y le vuelve un poco despreciable a los ojos de la sociedad. El lado nocturno del columnismo. Los columnistas como Cuasimodos. Pero también, en el fondo, un alma.
La dirección: http://buscandoasyd.blogspot.com/
(Columna publicada el 31 de mayo de 2007.)
2 comentarios:
Spam en italiano, sólo eso te faltaba recibir. Una abrazo Maurice.
El spam causa paranoia. m.
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