Soundtrack
Por morbo, me he puesto a escuchar casetes viejos. Estoy hablando del pasado más tóxico, del pasado sin condón.
Desde las texturas undosas de Burning Spear hasta la presencia monárquica y desafinada de Calamaro (¡se acerca Tinta roja, nuevo disco!). Desde Charlie Parker –numen frenético– hasta las ingenuidades del glam rock versión Sunset Boulevard. El primer Fobia, el Suicidal Tendencies de mi época de skater… Por supuesto, siempre ha estado lo duro, en variadas reencarnaciones: Slayer, Overkill, Corrosion of Conformity, Tool… Y en otra onda Roger Waters, Spinetta, los Smiths, The Cure, Pixies... Los noventa, mi década (parece que ha pasado medio siglo), trajo consigo cosas, luces, escopetazos… Hacer listas es inútil…
Treinta años. Es porque voy a cumplir treinta años. No me había dado cuenta. Pero es eso. Una especie de hambre de revisitación, un agarrar contra la vía en el río de mis transmigraciones. Cada rola es el símbolo de una era, el trono huero de mi pasaje en este mundo. ¿Hice bien en llegar hasta aquí? ¿En cortar de tajo ciertas amistades? ¿En leer obsesivamente a ciertos autores?
Parece, maestrísimo, que la nostalgia te empieza a agarrar de los puros cojones. Es la temperatura afectiva subiendo ex profeso desde los riñones de la melancolía ultrasádica. Le pasa a los mejores... Hasta el Dalai Lama se emborracha de recuerdos… y en noches lluviosas todos tenemos un Tibet que nos duele como un cálculo renal…
Entre los casetes estaba uno de Alux Nahual, del ´81. Lo volví a escuchar. Me gustó. Así es como celebraré mi cumpleaños mañana. Voy a ir al concierto. Voy a dejar que la nostalgia me pegue una buena violada, pero eso sí, saliendo de allí le desmocho la cabeza de un tajo… Es la estrategia de la viuda negra, comprenden. Una cuestión de supervivencia.
(Columna publicada el 25 de mayo de 2006.)
Desde las texturas undosas de Burning Spear hasta la presencia monárquica y desafinada de Calamaro (¡se acerca Tinta roja, nuevo disco!). Desde Charlie Parker –numen frenético– hasta las ingenuidades del glam rock versión Sunset Boulevard. El primer Fobia, el Suicidal Tendencies de mi época de skater… Por supuesto, siempre ha estado lo duro, en variadas reencarnaciones: Slayer, Overkill, Corrosion of Conformity, Tool… Y en otra onda Roger Waters, Spinetta, los Smiths, The Cure, Pixies... Los noventa, mi década (parece que ha pasado medio siglo), trajo consigo cosas, luces, escopetazos… Hacer listas es inútil…
Treinta años. Es porque voy a cumplir treinta años. No me había dado cuenta. Pero es eso. Una especie de hambre de revisitación, un agarrar contra la vía en el río de mis transmigraciones. Cada rola es el símbolo de una era, el trono huero de mi pasaje en este mundo. ¿Hice bien en llegar hasta aquí? ¿En cortar de tajo ciertas amistades? ¿En leer obsesivamente a ciertos autores?
Parece, maestrísimo, que la nostalgia te empieza a agarrar de los puros cojones. Es la temperatura afectiva subiendo ex profeso desde los riñones de la melancolía ultrasádica. Le pasa a los mejores... Hasta el Dalai Lama se emborracha de recuerdos… y en noches lluviosas todos tenemos un Tibet que nos duele como un cálculo renal…
Entre los casetes estaba uno de Alux Nahual, del ´81. Lo volví a escuchar. Me gustó. Así es como celebraré mi cumpleaños mañana. Voy a ir al concierto. Voy a dejar que la nostalgia me pegue una buena violada, pero eso sí, saliendo de allí le desmocho la cabeza de un tajo… Es la estrategia de la viuda negra, comprenden. Una cuestión de supervivencia.
(Columna publicada el 25 de mayo de 2006.)
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