'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







La máscara

¿Quién te hizo esto?.– Hijo, ¿quién te hizo esto? ¿Quién te causó tantas heridas? ¿enterró en ti tantos puñales? ¿quién rompió la elegía de tu pecho? ¿extrajo de ti la sangre interminable? Ay, hijo, tu rostro es el mar de lo irreconocible. Estás abierto como una fruta maldita. Preferido mío, ¿qué ron, qué mujer, qué noche, qué naipe, qué pacto, qué pandilla te redujo a esta condición?

La máscara.– Con esta máscara podrás caminar en las calles. No es cuestión de ir por ahí mostrando tu rostro orgánico, tu acero o tu piedad. Nadie quiere ver tus arrugas cuajadas, tu piel sucia. Con esta máscara –máscara práctica, livianísima– podrás pedir trabajos y tener citas sexuales. Está cargada de las cosas que los otros siempre consienten. Es perfecta porque solo enseña el perfil necesario, el cubículo de tu ser que es requerido, nada más. Quítatela y serás linchado.

Desde el bus.– Desde el bus veo las otras vidas. No sé si son vidas indispensables, pero son las otras vidas, las vidas de los otros, las vidas de los que no están muriendo en esta precisa vida que es mi vida, mi vida epóxica, carbónica, patibularia, no convivencial. Siempre que vea las otras vidas desde la ventana del bus, sentiré que mi propia vida tiene alguna especie de sentido, y el sentido consiste en imaginar eidéticamente que esas vidas ajenas, ortogonales, son superiores. Las imagino, las edito, les doy formas limpias, nunca amarillas. Las convierto en prefecturas perfectas, sin cicatrices, sueños rectos, sinfonías. Mi plan consiste en nunca salir de este bus, nunca hablar con esos otros. Porque entonces me enteraría de sus infecciones, de sus muertes, de sus contratos, de las medusas que viven en sus gargantas, de sus emulsiones, de sus credos, de sus conscripciones… No estoy listo para saber que los otros son yo mismo. 

El niño.– Vi un niño en la calle el otro día, flotando en un río–banqueta. Lo saqué de ahí y le di un pan, porque llevaba uno conmigo, y porque el cielo se llenó de altos reyes, de torres y de ángeles. El niño comió el alimento; pude ver un vasto pueblo en sus ojos. Luego se fue caminando, pero antes besó el botón de mi camisa. Fue lo que pasó el otro día. No he olvidado al niño, pero lo haré. 

Oirás Sus Gritos.– Por favor, por favor, por fav… ¿Es que no puedes decir otra cosa que no sea por favor? Estamos aquí, y violaré a tu esposa. Es un hecho. Estás amarrado, y te seguiré golpeando. Es un hecho. ¿Qué sentido tiene que sigas diciendo por favor? Te guste o no, Oirás Sus Gritos. Tú, yo, ella: y nadie más. ¿Acaso no sabes que estamos en la mitad de la nada? Oh sí, conozco muy bien este desierto. Conozco este desierto largo y cirrótico,como el hígado de mi padre. Pero no quiero hablar de mi padre y de lo que me hacía en esta misma choza. De lo que quiero hablar es de lo que estoy a punto de hacerle a tu esposa. A tu linda, a tu bonita esposa. 


(Buscando a Syd publicada el 7 de junio de 2018 en El Periódico.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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