'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Razones para un libro

Tengo escritos unos treinta libros hasta la fecha. ¿Por qué los he escrito? La escritura viene a ser una forma de servicio, pero definitivamente hay otras razones. Podría decirse que muchos de mis libros nacieron de un llamado oracular y superior (alguna visión literaria demandaba una partera, y la partera resulté siendo yo). Otros libros fueron escribiéndose desde la pura sincronicidad y el puro misterio. Eso que comúnmente llaman inspiración. A veces mis textos se constituyeron como el reflejo necesario para toda suerte de espejos profundos y afligidos. Instrumentos, entiéndanlo, para la catarsis y el exorcismo. Una manera de volver a conversar con esos demonios hiperreales. También los escribí para procesar o documentar una experiencia determinada, personal o colectiva, que requería carne de palabra. O para ver algo de cerca, explorar–investigar cierta zona de la realidad. Asimismo la literatura me ha servido para nivelar un tema, un razonamiento. Por supuesto, para cumplir con el llamado creativo, inventivo y poético –cumplir con el rasgueo. Experimentar, dar rienda suelta al play. Deambular en los barrios bajos del corazón y los afectos. Y amar y decir el amor –el negro amor. Cantar esas gráficas batallas perdidas... Ciertos manuscritos fueron el resultado de una necesidad literaria calculada y estratégica. Además hay libros que se dieron como actos de resistencia ante el mundo, bajo la bóveda feroz de los bombarderos. La expresa manera de lidiar con lo terrible y no meterse una escuadra en la boca y apretar el gatillo. Libros que son como un borracho que no sabe quién es y a dónde va, tantea las paredes, tumba todo. Otros libros se escribieron por disciplina y por inercia. Por el placer tetón de narrar. Están los que fueron escribiéndose solos y se construyeron sin esfuerzo, casi por accidente. Y están los que hice simplemente por dinero.


(Buscando a Syd publicada el 10 de noviembre de 2016 en El Periódico.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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