'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Cráter

La fascinación que supone caminar de noche, cuando ya no hay gente en las paradas: cuando los mupis ya derrochan su frío resplandor en las rutas solitarias, y el tráfico llameante –el revuelo de hace unas horas– ha dado lugar a un extraño silencio espeso.

¿Y la humanidad guatemalteca? Tragada por las paredes. Absorbida por las grietas de banquetas fragmentadas. De vuelta a los ataúdes subterráneos.

Camino, y a veces me doy cuenta de Cosas. Así, por ejemplo, en la Reforma, llegando casi a la embajada de los Estados Unidos, han cavado un gigantesco agujero. No sé qué es lo que se piensa construir allí, pero por las dimensiones de la perforación, se nota que no va a ser cualquier champita.

Uno se asoma, y es el vértigo. A este vacío susurrante, a esta bestia–vórtex sólo cabe llamarla entidad, presencia, energía extraterrestre, y pareciera estar diciendo despacio: “Entregá el alma, canchito, dejáte caer sin pena”. Y en efecto no sería nada difícil empujar una de las risibles láminas de zinc que pretenden separar al vagabundo del hoyo alucinante, y arrojarse ya de plano hacia la nada de varios pisos –hasta abajo, donde están todos esos hierros, como suicidados ellos también. Pronto la indiferencia depredadora de este cráter se encargaría de diseccionarme, licuarme, mineralizarme, convertirme en arena o cemento o aire o nada. No quedaría ni un rastro de mí. A saber a cuántos de hecho se ha tragado ya, el agujero, y hasta me parece que escucho una canción, y es la canción sincronizada de todos esos latidos sin sangre, esparcidos como medusas a la orilla de un mar seco.

Me alejo, mejor. Ya que la noche hoy es más fría que otras noches frías, meto las manos en los bolsillos de mi chaqueta insuficiente, y enfilo mi camino de vuelta a casa, en donde a lo mejor alguien aún me espera.


(Columna publicada el 15 de noviembre de 2007.)

7 comentarios:

Anónimo dijo...

esa maldita construccion! pretenden mantenernos seguros con un lamina tras otra; que por cierto ya estan con hoyos de tanto shute que quiere ver que hay dentro aunque haya escrito con spray precaucion o beware para complacer a los extranjeros queriendo demostrar interes en nuestra seguridad, hasta el suelo se esta rajando! se siente hasta un aire caliente como que el agujero esta delirando no quiere ceder su espacio que culpa tiene el? pero hizo su mejor esfuerzo... nos estan asfixiando tres cuadras mas abajo construyen otro y 4 atras otro edificio. al fin! escribiste algo mas... nose a tu estilo... esta bueno. sirvio de inspiracion la inseguridad de una construccion?!

Maurice Echeverría dijo...

Todo es bueno para convertirlo en columna. Nunca se me olvidó la expresión de Darío: "parrayos poético". m.

Anónimo dijo...

SI! es cierto cualquier cosa puede servir de inspìracion hasta lo absurdo. pero para escribir algo realmente "bueno" no crees que hay que buscar el limite entre lo estetico y de inspiracion. o se puede escribir hasta nose los olores que emanan de la mierda y la gente lo ve como arte (¿?). No estoy criticando tus columnas, me gustan me parecen muy buenas y nunca me las dejo de leer, pero respecto a tanto critico-escritor que hay nose crees en lo estetico o que cualquier cosa puede tener su punto artistico, hasta lo bulgar, bizarro y grotesco? o eso es el mismo limite de la belleza... que confuso. suerte!

Anónimo dijo...

¿Lo absurdo? ¿No habíamos quedado en que todo es absurdo?

Anónimo dijo...

Merde! eso es escribir. Crear una columna de cualquier cosa que se ve afuera... ese es el reto, el gran reto...

muy bueno m.

TG

Vas a estar en manifestarte verdad?

Maurice Echeverría dijo...

Para mí, yo supongo, se trata de dar el salto a lo ajeno, y el espacio arquetípico de lo ajeno es la ciudad. Para mi la ciudad es abrir los ojos. Es decir que mi corazón tiene lo suyo de periodista, de investigador, pero lo que investigo es la alteridad radical que se da en el seno de la urbe. m.

Anónimo dijo...

bah. no escribo como los demas. solo queria decir que me encantan tus columnas porque no son exageradas y no pasan la linea entre lo original y lo que trata de ser tan original que pierde la esencia.

Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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