'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Plegaria


Uno pide el hacha. Para que divida el estómago del arte amniótico, del arte bueno para nada. Uno rechaza la poesía que es pus tan suave. Uno quiere una palabra que exprese con furia lo inexpresable. Pero que a la vez capture cada filamento, cada propiedad sutil del mundo nacido, cada movimiento en el colisionador de hadrones. Una palabra sensible, armoniosa, no cirrótica.

Uno pide que los mercados no sean ya hexágonos de carnes muertas, ejércitos para las brumas del hambre y el deseo. Uno reclama que las empresas cesen de producir cosas que son heces. Uno exige que los sistemas financieros dejen de ser administrados por la glacial geometría. Uno atrapa tantos pájaros de petróleo, con esta plegaria convertida en gracia, en huracán común.

Uno quiere que todos aprendan y desaprendan. Que gravite una entidad transparente sobre cada verdura. Besarle el ombligo a una secoya, dar la propia saliva a tanta piedra. Uno emite oraciones para que vos y yo y ellas nunca seamos gobernados por mamíferos densos, regresivos. Uno solicita la transfiguración de todas las metástasis. Uno ora, invoca con el objetivo de  que hayan colmenas funcionales, para que los caminos justos se fractalicen, y para que los periódicos no tosan más esa sangre podrida, y para que alguien cambie por fin su punto de vista.

Uno desea tener hijos sabios, hijos profesores, hijos iluminados que nos enseñen que nuestro propósito último en el mundo no es tener hijos. Uno ruega para que podamos ver el gran zero radiante y sus incontables brazos–manos de flameante compasión, llevando maíz indestructible para todos, para todos.


(Columna publicada el 20 de diciembre de 2012.) 

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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