Nada acaba
Diez Justos es un espacio que empezó hace unos dos años en librería Sophos,
primero bajo un formato de entrevistas a personas ligadas a la vida espiritual
no regimental (que nos dio momentos suficientemente exaltados) y luego como
club de lectura, mes a mes, para discutir una docena de obras resplandecientes.
En sus dos formatos–momentos, la experiencia fue, resultó ser
estimulante. Así pues, en eso de las entrevistas conocimos a personas que
compartieron, con el corazón, su dharma y su inspiración. El club de lectura no
quiso limitarse a cargarse de mero entretenimiento verbal, sino se erigió como
un recinto sensible para descubrir esa bestia amplia y de tantísimos tentáculos
que es la espiritualidad.
Comenzamos con un grupo grande y por lo mismo en realidad poco
funcional, luego se fue autopurgando hasta que nos quedamos aquellos que le
agarramos verdadero cariño a la cosa, engendrándose esa energía especial que
surge cuando un grupo de personas forman asamblea y coro en torno a lo elevado
y lo despierto y lo profundo, intuyendo sus propias posibilidades conscientes.
A estas personas –espejos– envío por cierto un abrazo de gratitud.
Para mí toda esa historia del 2012 resultó completamente verídica.
Tal y como me lo dijeron, así resultó ser. Quien entienda lo que aquí digo,
pues qué mejor para él, o ella. Al espíritu transformador de 2012 yo le di en
ofrenda la experiencia de Diez Justos,
que ahora expira pero seguramente volverá más adelante, en otra forma, pues tal
es su voto y su compromiso, y porque todos los ciclos y mundos y universos
finalizan, pero nada, en verdad, acaba.
(Columna publicada el 13 de diciembre de 2012.)
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