Mis hermanos
Documento revelador,
el que me ha dado mi madre: me refiero a su tesis doctoral, llamada, para más
señas, “Estudio Epidemiológico de Trastornos Mentales en Guatemala, Región
Metropolitana, 2011”. Una investigación realizada por un grupo de veintitrés
estudiantes de la Universidad Mariano Gálvez.
El estudio considera
una población de 1,120 personas del área metropolitana, de 18 a 65 años de
edad, y surge de la pura necesidad de establecer información clara sobre los
trastornos mentales que nos aquejan a los guatemaltecos, en el área más poblada
del país.
Un trabajo ambicioso,
suficientemente serio, estadísticamente entregado, demográficamente preciso, además
de culturalmente sensible. Arroja toda clase de datos y observaciones interesantes
sobre nuestro landscape psíquico. Por supuesto, el espacio de esta columna no permite
describirlo con justicia, ni siquiera resumirlo. Baste decir que en este nada
beato cóctel mental encontraremos muchos trastornos activos: de ansiedad, del estado
de ánimo, relacionados con sustancias, la conducta alimentaria, entre otros.
Tengo afinidad
con aquellos que no están bien del techo, acaso porque me reconozco muy pronto como
uno de ellos. Y los veo a diario: adictos, depresivos, anoréxicos, fóbicos, bipolares,
distímicos, neurasténicos, obsesivos–compulsivos... Todos mis hermanos... Aún
los más peligrosos...
A mi modo de
ver, si pudiéramos enfocar muchos de nuestros problemas desde lo que son
–problemas mentales, y no meras externalidades sociales crudas– tendríamos una
mejor oportunidad de reducir la tasa de tragedias que vivimos a diario, en esta
mugrienta ciudad.
(Columna
publicada el 27 de diciembre de 2012.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario